25 de abril de 2012

Triduo a Nuestra Señora del Buen Consejo: Día II




SEGUNDO DÍA
MARÍA, MADRE DE TODAS LAS VOCACIONES


Del Evangelio según Mateo (9, 35-38)


Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para su cosecha».

Reflexión

La vida debe ser consagrada a algo grande. No se puede permanecer inertes e insensibles, cuando se piensa que tantas manos se elevan desde los cinco continentes hacia quien, representando a Cristo en medio de ellos, pueda colmar sus expectativas y responder a sus esperanzas.
Por esto son necesarios los sacerdotes y religiosos, son necesarias las religiosas, son necesarias las almas consagradas en los Institutos Seculares: y lamentablemente faltan precisamente allí donde las necesidades son más urgentes, y la falta se va haciendo más trágica día tras día.
Por eso, todo el pueblo cristiano debe preparar, en sus familias, el terreno bueno donde la semilla pueda germinar y producir fruto. Es todo el pueblo cristiano que debe manifestar su espera y su cariño hacia el sacerdote, el religioso, la religiosa, creando así el clima favorable para que los jóvenes se dediquen de este modo a las cosas de Dios.
Es todo el pueblo cristiano que debe pedir humildemente a Dios aquello que sólo Dios puede dar, orando, según el mandato del Maestro, para que mande obreros a su mies. Todo el pueblo, pero ante todo deben orar los mismos sacerdotes y religiosos, a cuyo ejemplo, fervor y calidad depende el entero futuro de la Iglesia.

(Pablo VI)

Dios te salve, María...



Oración

Oh Madre del Buen Consejo, sabes lo tímidos e inciertos que son nuestros pensamientos, e inseguros nuestros pasos. conoces mis dudas, mis incertidumbres, en este momento en que debo tomar decisiones importantes en mi vida, y el temor de no corresponder a la voluntad de Dios a veces me angustia.
Tú, que eres la plenitud del Espíritu Santo, y fuiste asociada a su acción soberana de gracia y de salvación, haz que Jesús derrame sobre el mismo Espíritu de Consejo que animó tulibre y pleno, a tu vocación de Madre del Redentor y de todos los hombres.
Oh Madre y Modelo de todas las vocaciones, enséñame la escucha de la Palabra, ayúdame a acogerla y a dejarla resonar en mi mente y en mi corazón.
Enséñame a ser humilde y dócil a la llamada del Espíritu, para que un día pueda yo unirme a tu cántico de alabanza con todos tus hijos, que han creído, como tú, al cumplimiento de la Palabra del Señor,
Amén.

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