El autor de este blog, a pesar de haber vivido desde los 10 años en Concepción, es talquino. Nacido y criado en el Barrio Oriente, ex-alumno del Colegio Integrado San Pío X y del Manuel Larraín, que tomaba mote con huesillos en el Mercado Central, anduvo en triciclo en la Plaza Arturo Prat y lloraba de miedo cuando por la noche un señor pasaba vendiendo con una voz de ultratumba "avellanas, ricas avellanas..." Por eso, de sus dos ciudades queridas, Talca y Concepción, lamenta desde la distancia que el terremoto haya borrado tantos rincones que fueron suyos. Acá, mi homenaje a la ciudad donde fui niño y que quedó tan maltrecha después del terremoto. Este artículo, escrito por otro talquino, me transfirió a los tiempos antiguos.
Escrito por Juan José Alfaro en El Amaule.
Antes que las retroexcavadoras derriben el último adobe, me quiero dar un espacio para recordar, para revivir aquella mágica escenografía en que me hice un talquino enamorado de mi ciudad, para caminar una vez más por las calles que moldearon mi espíritu, aquellas casas que alimentaron mis sonrisas y que hoy se visten de duelo y emigran para no volver.
Partiré mi recorrido por el viejo Hospital de Talca, ahí comenzó todo, fui el primogénito de un matrimonio de profesores, me trajo al mundo el doctor Patricio Bustos, acompañado de la matrona Dina Marín, la madre del ex rector de la Utal Álvaro Rojas, nací en un diciembre caluroso faltando 20 minutos para el mediodía. Aún la infausta fama de nuestro viejo hospital no cobraba vida, pese a todo yo le tenía cariño al hospital, ahí le salvaron la vida a mi mamá, luego a mi recién nacido sobrino y años más tarde a mi padre, cómo no agradecer tanto trabajo abnegado, tanta historia derrotada por la naturaleza. El viejo hospital murió antes de tiempo, quizás quiso esquivar su sentencia y se suicidó.
La 11 Oriente fue otro pasaje constante en mi niñez, recuerdo que acompañaba a mi madre a comprar en Comercial Belén, me tomaba un helado de máquina en Sao Paulo, y enfilaba por 1 sur casi en estado de trance viendo juguetes en las vitrinas. Nos deteníamos en el Gato a comprar un par de camisetas para el duro invierno y otro par de camisas celestes para el colegio, en El Gallo aprovechábamos la oferta de calcetines, en Don Fermín mi mamá compraba la colonia 451, la laca kadus en un envase plástico, y metros más allá Don Vicho se encargaba de completar mi lista escolar. Miraba el edificio Lircay con admiración, era la construcción más alta en la ciudad, de repente entraba en su galería oscura aunque nunca había mucha actividad. En deportes Arnolds me compraron mi primer equipo de Rangers que incluía camiseta, pantalón, medias y zapatos, una vieja foto da cuenta de ese inolvidable momento. Seguía mi recorrido de la mano de mi madre y solíamos detenernos en Casa Sahie para comprar la vieja chaqueta azul sin solapa para el colegio, aunque a mi lo que más me gustaba era elegir mi mochila.
En la Bota Verde me hacía de mis nuevos zapatos que trataba de cuidar con esmero, a veces había un poco de tiempo y dinero para ir al cine Astor en la galería Zaror, luego de comprar algunos libros en la librería Cervantes. En otras ocasiones comprábamos pan en el café Ibiza, si había mejor fortuna yo tomaba un jugo y mi mamá un café, cruzábamos al Mercado Central para comprar algunas verduras y un nuevo mate de calabaza que reemplazaba al que había quebrado jugando fútbol.
Me bautizaron en la Iglesia San Juan de Dios, en ella viví muchas etapas de mi infancia, era como mi casa, hoy parece destinada a desaparecer, 3 cuadras más al oriente se derrumba la iglesia más bella de la ciudad, El Corazón de Maria, allí hice mi confirmación, luego fui monitor y conocí al inolvidable padre Aldo, me duele ver tanto esfuerzo desperdigado por el suelo.
Mi viejo liceo Abate Molina, según me cuentan está herido de muerte, ahí pase los mejores años de mi vida, la alameda que tanto recorrí, hoy tiene decenas de casas en el suelo, hasta el colegio De La Salle no pudo correr mejor suerte.
Mi barrio norte hay que refundarlo, son pocas las casas que quedan de pie, mis vecinos hoy duermen en carpas, me parece una pesadilla, lamentablemente es realidad. Ya no tengo dónde comprar huevos, ni tampoco el viejo almacén que salvaba alguna emergencia.
Hoy no me quedan más que antiguas fotografías, pequeños trozos de historia que espero vean mis nietos como yo veía las fotos que me mostraba mi abuelo, el Talca de a pie murió, y esta vez no fue el hombre y su progreso, fue la tierra que nos hizo despertar de nuevo.
Matadero Estadio, Taxutal, Abate Molina, 1 sur herida, 2 Sur acorralada, Intendencia arrebatada, 1 Norte devastada, silencio estremecedor, 9 Oriente hecha polvo, 3 Sur en ruinas, 4 Norte moribunda, 8 oriente cabizbaja, barrio oriente de rodillas, tantas calles tanta vida, este es mi Talca, mi corazón, mi alegría.
Partiré mi recorrido por el viejo Hospital de Talca, ahí comenzó todo, fui el primogénito de un matrimonio de profesores, me trajo al mundo el doctor Patricio Bustos, acompañado de la matrona Dina Marín, la madre del ex rector de la Utal Álvaro Rojas, nací en un diciembre caluroso faltando 20 minutos para el mediodía. Aún la infausta fama de nuestro viejo hospital no cobraba vida, pese a todo yo le tenía cariño al hospital, ahí le salvaron la vida a mi mamá, luego a mi recién nacido sobrino y años más tarde a mi padre, cómo no agradecer tanto trabajo abnegado, tanta historia derrotada por la naturaleza. El viejo hospital murió antes de tiempo, quizás quiso esquivar su sentencia y se suicidó.
La 11 Oriente fue otro pasaje constante en mi niñez, recuerdo que acompañaba a mi madre a comprar en Comercial Belén, me tomaba un helado de máquina en Sao Paulo, y enfilaba por 1 sur casi en estado de trance viendo juguetes en las vitrinas. Nos deteníamos en el Gato a comprar un par de camisetas para el duro invierno y otro par de camisas celestes para el colegio, en El Gallo aprovechábamos la oferta de calcetines, en Don Fermín mi mamá compraba la colonia 451, la laca kadus en un envase plástico, y metros más allá Don Vicho se encargaba de completar mi lista escolar. Miraba el edificio Lircay con admiración, era la construcción más alta en la ciudad, de repente entraba en su galería oscura aunque nunca había mucha actividad. En deportes Arnolds me compraron mi primer equipo de Rangers que incluía camiseta, pantalón, medias y zapatos, una vieja foto da cuenta de ese inolvidable momento. Seguía mi recorrido de la mano de mi madre y solíamos detenernos en Casa Sahie para comprar la vieja chaqueta azul sin solapa para el colegio, aunque a mi lo que más me gustaba era elegir mi mochila.
En la Bota Verde me hacía de mis nuevos zapatos que trataba de cuidar con esmero, a veces había un poco de tiempo y dinero para ir al cine Astor en la galería Zaror, luego de comprar algunos libros en la librería Cervantes. En otras ocasiones comprábamos pan en el café Ibiza, si había mejor fortuna yo tomaba un jugo y mi mamá un café, cruzábamos al Mercado Central para comprar algunas verduras y un nuevo mate de calabaza que reemplazaba al que había quebrado jugando fútbol.
Me bautizaron en la Iglesia San Juan de Dios, en ella viví muchas etapas de mi infancia, era como mi casa, hoy parece destinada a desaparecer, 3 cuadras más al oriente se derrumba la iglesia más bella de la ciudad, El Corazón de Maria, allí hice mi confirmación, luego fui monitor y conocí al inolvidable padre Aldo, me duele ver tanto esfuerzo desperdigado por el suelo.
Mi viejo liceo Abate Molina, según me cuentan está herido de muerte, ahí pase los mejores años de mi vida, la alameda que tanto recorrí, hoy tiene decenas de casas en el suelo, hasta el colegio De La Salle no pudo correr mejor suerte.
Mi barrio norte hay que refundarlo, son pocas las casas que quedan de pie, mis vecinos hoy duermen en carpas, me parece una pesadilla, lamentablemente es realidad. Ya no tengo dónde comprar huevos, ni tampoco el viejo almacén que salvaba alguna emergencia.
Hoy no me quedan más que antiguas fotografías, pequeños trozos de historia que espero vean mis nietos como yo veía las fotos que me mostraba mi abuelo, el Talca de a pie murió, y esta vez no fue el hombre y su progreso, fue la tierra que nos hizo despertar de nuevo.
Matadero Estadio, Taxutal, Abate Molina, 1 sur herida, 2 Sur acorralada, Intendencia arrebatada, 1 Norte devastada, silencio estremecedor, 9 Oriente hecha polvo, 3 Sur en ruinas, 4 Norte moribunda, 8 oriente cabizbaja, barrio oriente de rodillas, tantas calles tanta vida, este es mi Talca, mi corazón, mi alegría.
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