4 de enero de 2009

Y EL MUNDO QUEDA CIEGO EN PALESTINA





Durante estos primeros días del 2009, el panorama internacional se nos presenta como algo no muy alentador: ha comenzado una ofensiva del Ejército de Israel contra el territorio de la Franja de Gaza, en respuesta a lanzamientos de cohetes por parte de Hamas contra objetivos civiles en el territorio de Israel. Día a día somos bombardeados con estas noticias, junto a otras que suponemos que existen, pero que no aparecen en los noticieros ni en la conciencia mundial porque simplemente no acontecen en países ricos ni productores de alguna materia prima que pueda hacer tambalear el equilibrio energético de Occidente: pensemos a la sucesión del gobierno militar de Guinea, los conflictos entre inmigrantes de Zimbabwe y la población de Sudáfrica, la inflación astronómica del régimen de Robert Mugabe en el mismo Zimbabwe (con la epidemia de cólera que en estos momentos diezma a la población), las recurrentes violaciones a los derechos humanos perpetrada por la Junta Militar de Myanmar (ex Birmania) y tantas otras historias más anónimas de las que no conocemos absolutamente nada.


Pero quiero volver al primer tema: la primera guerra de este año nos ofrece al menos una ocasión para pensar sobre el don de la paz: ¿Verdaderamente se podrá alcanzar de esta manera? el otro día, hurgando por los vericuetos de Facebook, hallé un grupo creado en solidaridad al Estado de Israel, en el cual se comentaba con elogiosos términos la ofensiva contra la franja de Gaza y aduciendo el milenario principio del "ojo por ojo, diente por diente" (Ex 21,23-24) como justificación de los ataques contra Palestina, que había iniciado las hostilidades. Como cristiano, siempre que estas palabras pasan ante mis ojos, o entran en mis oídos, no puedo menos de recordarme, como nota mental, que a simple vista inmediatamente se nota que son una superficial justificación de la venganza por medio de la violencia.


Y también me recuerdo una cosa: el Maestro Jesús de Nazaret, en el cual creo como el Mesías y como el Señor, porque soy cristiano, abolió esa ley antigua. Me resuenan estas palabras del Evangelio: debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era así (Mt 19,8). Palabras dichas a propósito del divorcio, pero que cobran plena vigencia también en este tema. Porque en un tiempo, cuando la humanidad era más salvaje que ahora, no se razonaba acerca del calibre de la respuesta que cada uno debía dar a la ofensa que recibía por parte de otro, y la Biblia daba la medida de esa respuesta: un ojo por un ojo, un diente por un diente, y nada más. Avanza el tiempo y en la Nueva Alianza la ley se perfecciona: Jesucristo lo dice de manera clara: Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra. Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él. Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado (Mt 5,38-42).


Parece una justificación bíblica de la cobardía, pero si pensamos bien... sólo la violencia se destruye tomando la opción de no responder a la agresión del otro... a fin de cuentas, estar dispuesto al perdón. Por eso creo que aducir el principio del ojo por ojo y diente por diente es una cosa, por no decir menos, obsoleta. Recuerdo, en fin, las palabras de un gran luchador por la paz, que jamás blandió un arma contra sus enemigos: Mahatma Gandhi, quien dijo: "Ojo por ojo, y el mundo queda ciego". La violencia nos hace caer de nuestra categoría de seres humanos racionales, y nos hace ser peores que lobos rabiosos. Es el triste espectáculo que observamos en cada guerra, más allá de las justificaciones que esgriman los generalotes de turno, en altisonantes paradas militares.


Con estas líneas no pretendo defender ni los ataques de Palestina hacia Israel (que, con los tiempos que corren, es una meta preciada de ciertos extremistas islámicos golpear al Estado aliado número uno de EE.UU. en el Medio Oriente) ni la ofensiva de éste hacia Palestina (aunque, en esta ocasión, me llame profundamente la atención la enorme desproporción de las fuerzas que despliega el Estado de Israel hacia la Franja de Gaza), ya que es más de medio siglo que el mundo está cansado de escuchar las noticias que nos vienen de la tierra que las tres religiones monoteístas consideran "santa". ¿No es hora de hacer un esfuerzo más en el camino hacia la paz, dejando de lado la violencia irracional y el afán de venganza?

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