20 de noviembre de 2008

EL REY DE TODOS


SOLEMNIDAD DE CRISTO REY Y SEÑOR DEL UNIVERSO- A


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Vengan ustedes, benditos de mi Padre; hereden el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, fui forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, en la cárcel y vinieron a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicieron." Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apártense de mi, malditos, vayan al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me dieron de comer, tuve sed y no me dieron de beber, fui forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y en la cárcel y no me visitaron." Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?" Y él replicará: "Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicieron conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.


Mt 25, 31-46

Hemos llegado al fin de un nuevo año litúrgico. Año que hemos trnascurrido juntos, y que culmina con esta inmensa glorificación del Señor Jesús como Rey del Universo. Solemnidad que –vamos con los datos previos, siempre importantes- fue instituida en 1925 por el Papa Pío XI, ¿por qué? Quiso recordar, con la institución de esta fiesta, que en nuestro mundo, tantas veces marcado por un secularismo que tiende a olvidar los valores del espíritu, la historia tiene un sentido último. En nuestro mundo todos dicen –economistas y políticos, teóricos y filósofos- que vamos hacia adelante... pero ¿cuál es el punto de llegada? ¿Es un camino sin fin? El progreso, ¿hacia dónde nos lleva? ¿O es un caminar sólo por el hecho de caminar?

La presente fiesta es un enorme recordatorio a nosotros, creyentes, discípulos de Jesús, que el hacia adelante de la historia tiene un punto de convergencia final, una meta después de la caminata larga de la vida, un punto final: Cristo, el Hombre Nuevo, el Señor de la Historia, el modelo de la Humanidad salvada por el amor de Dios. Entonces, mientras caminamos, debemos mirarlo constantemente a Él. ¿No es verdad que, cuando hacemos un viaje, por largo que sea, la emoción de la llegada y el encuentro con quien nos espera a nuestro arrivo son el consuelo de cualquier fatiga? Nosotros los cristianos creemos que el punto de llegada de tu historia, de mi historia, de nuestra historia como mundo será siempre Cristo.

Pero vamos más a fondo, porque tenemos bien claro que Jesús es Rey, al menos en teoría... y a veces, esa teoría nos traiciona, porque debemos recordar de tanto en tanto qué clase de Rey es Cristo, y cuando entendemos esto, podremos entender cuál es el modelo de cristiano que espera Él de nosotros, incluso, qué espera de nosotros que hagamos en nuestro ambiente personal y familiar... dicho en palabras fáciles, mirando el Maestro, podremos entender qué cosas debemos asimilar.

Las lecturas que acompañan el evangelio de hoy, que dejaremos como plato fuerte de nuestra reflexión, nos hablan de una imagen muy querida a Jesús: el Pastor. La primera lectura insiste que será Dios mismo el pastor de su Pueblo... en oposición a los “pastores de Israel” que aparecen en un trozo inmediatamente anterior a esta lectura en el libro de Ezequiel, que se apacientan a sí mismos e incluso aprovechan de su cómoda y honorable posición de pastores para vivir como señores y explotando a las ovejas... analogía tan antigua como tan nueva. ¿Cuál es la respuesta de Dios frente a esta injusticia? Será Él mismo el Pastor... profecía que los cristianos vemos realizada en Jesucristo, quien se mostró en obras y palabras a todo el pueblo como el Buen Pastor (Jn 10,14). Y todo aquél que desarrolle la misión que el Señor le manda, como pastor, según la imagen de Jesús Buen Pastor, será siempre reconocido como pastor según el corazón de Dios. Él mismo lo dijo en el libro de Jeremías: les daré pastores según mi corazón, que los apacentarán con ciencia y prudencia (Jer 3,15). Un buen pastor siempre gobierna el rebaño en nombre de Jesucristo, y sus palabras y gestos no han de ser otros que las palabras y gestos de Jesucristo. ¡Tremenda misión! Por eso, al paso, siempre oremos por nuestros pastores, para que puedan, podamos más bien, llegar a hacer carne este ideal de vida que le Único Maestro de todos nos propone.

Quedamos, entonces, en que este Rey es un pastor. ¿Dónde se ubica un pastor en tiempos de la Biblia? ¿Delante del rebaño? Más bien atrás... el rebaño se dirige bien desde atrás, porque así el pastor tiene toda la panorámica de las ovejas: dónde van, si se pierden, si el rebaño es compacto, si el lobo acecha, si los ayudantes deben reunir a las ovejas... porque si el Pastor va delante de las ovejas, nunca va a saber qué va pasando en el rebaño... ¡él muy campante mirando hacia el camino, mientras quién sabe qué pasa con las ovejas a sus espaldas!


A partir de esta imagen, vemos que gobernar un rebaño es, para Jesús, cuidar las ovejas. Él mismo, en la inolvidable “oración sacerdotal” que ocupa todo el capítulo 17 del evangelio de Juan, dice al Padre: Mientras estaba con ellos, yo los cuidaba en tu Nombre (Jn 17,12). Esta palabra “cuidaba” en el original griego del evangelio de Juan está expresado por un verbo que, además de proteger, significa custodiar, cuidar, proteger a alguien de alguna amenaza, etc. Nuestro Rey no es una autoridad en lo alto, inalcanzable. Es alguien que camina con nosotros, y nos cuida.

Pero vamos más allá, precisamente al Evangelio: recordando la exigencia del señor respecto a nuestros talentos, conforme decíamos la semana pasada, hoy el Rey Glorioso pide cuentas a toda la humanidad respecto a la manera como ha hecho fructificar los talentos: ¿has usado tus talentos por el bien de tu hermano? ¿Has dado tu vida para que otros la tengan en abundancia? ¿O te guardaste tus bienes sólo para ti? Dice San Agustín (a quien le encantaba este evangelio): Dieron ustedes bienes terrenos que, si no hubieran dado, se hubieran podrido en la tierra. ¿Que hubieses hecho con ellos, si no los hubieras dado? Lo que iba a perecer en la tierra, se ha guardado en el cielo. Tienen ustedes a Cristo sentado en el cielo y mendigo en la tierra. (Comentario al Salmo 36,3,6).


No podemos decir que amamos a Dios, a quien no vemos, si no amamos al prójimo, a quien vemos, dice la primera carta de Juan (4,20; 3,10-17). ¿Y a qué prójimo vemos? Ciertamente no todos vemos al que duerme en las calles al frío y al viento, y parece muy cómodo destinar una parte del vuelto de nuestra compra del supermercado a alguna institución de caridad... que no está mal –al contrario-, pero, a ese prójimo, que sabemos que existe, lejos de nuestra vida, no lo vemos. ¿Cuál prójimo, en fin, vemos? Pues, a tu esposa, a tu marido, a tu novio, novia, a tu amigo, a tu hermano, a tus hijos, nietos, tus abuelos, compañeros de trabajo o de estudio... que muchas veces tienen hambre y sed... de cariño, de escucha, de comprensión, de tiempo tuyo, de una sonrisa, de cosas más difíciles -y comprometedoras- que un plato de comida o un vaso de agua. Y, si me permiten, creo que al evangelista se le escapó una frase al Evangelio –tal vez mientras recordaba las palabras de Jesús para ponerlas en escrito, se le fue... es un poco en broma, no se lo tomen tan en serio- ¿qué frase se le escapó? Estuve triste, y me hiciste sonreír. Porque hay tantos por la vida que necesitan que alguien les reponga la esperanza, para volver a creer en la vida, recordando las cosas por qué luchar, por qué amar, por qué respirar, por qué, a fin de cuentas, vivir.


Anda faltando en el mundo, en fin, como dice una canción del grupo “Los Perales”:

Anda faltado en el mundo
algún buen samaritano,
que trate al hombre de hermano
tenga la sangre que tenga
y que, venga de donde venga,
siempre le tienda la mano.
Por esos mundos de Dios
andan pobres y andan ricos,
andan grandes y andan chicos,
aporreados por los males;
y el prójimo, no me explico,
adónde está que ya no sale.

Hay que ser como los árboles
que en las invernadas crudas
del ramaje se desnudan
para que otros tengan calor,
que adonde todos se ayudan
sale más linda la flor.

En la semilla está el árbol,
desde la raíz a la flor;
y en cada grano de amor
está Dios como señal,
que amor y Dios es igual
en su mismito interior.

Seguro que fue su prójimo
aquél que tuvo piedad,
así es en realidad,
les dijo Jesús a todos;
anda amigo y ojala
hagas tú del mismo modo.


Así sea... y ojalá sintamos, al atardecer de nuestra vida, en que seremos juzgados sobre el amor (San Juan de la Cruz), las palabras del Rey: Ven, bendito de mi Padre”. Porque me pusiste en tu vida como tu Rey, y me amaste en mis hermanos. ¡Que así sea!


Dios Todopoderoso y Eterno, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, Rey del Universo; haz que toda la creación, liberada por la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te glorifique sin fin.

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