Fuente: El Trastévere
Desde mañana jueves 16 hasta el próximo domingo 19 de septiembre Benedicto XVI visita Escocia e Inglaterra, y beatificará al cardenal Jhon Henry Newman. Es la primera visita oficial de un Papa al Reino Unido, país confesionalmente anglicano.
Por su interés reproduzco este análisis sobre los retos y contenidos de este viaje, escrito por el Director de la revista Ecclesia y Ecclesia Digital, Jesús de las Heras Muela, , quien fue también responsable del departamento de comunicación y prensa de la Conferencia Episcopal Española.
Madrid, 15 de septiembre de 2010 (Por Trastevere).- Un viaje misionero, un viaje para el diálogo, un viaje para el ecumenismo son quizás los tres ejes principales sobre los que girará la visita apostólica al Reino Unido de los días 16 al 19 de septiembre. Y todo ello desde la humildad, la verdad y la propuesta, a una sociedad hipersecularizada y descreída, del gran don de la fe, que nunca es un problema sino una inmensa riqueza y sabiduría.
Así podríamos sintetizar los objetivos y expectativas de este periplo de Benedicto XVI, uno de los más difíciles y, a la vez, de los más interesantes y apasionantes de su ministerio petrino.
1.- Declaración de intenciones del mismo Papa
Durante la audiencia general del pasado miércoles día 8 de septiembre, el Papa Benedicto XVI leyó un mensaje en lengua inglesa con motivo de su próxima visita al Reino Unido. En dicho mensaje muestra ya algunas de las claves de este viaje.
”Espero con gran ilusión visitar dentro de una semana el Reino Unido y saludo de todo corazón al pueblo de Gran Bretaña”, dijo el Papa. “Sé muy bien la gran cantidad de trabajo que han requerido los preparativos para la visita, no sólo por parte de la comunidad católica, sino por el Gobierno, las autoridades locales de Escocia, Londres y Birmingham, los medios de comunicación y los servicios de seguridad, y quiero manifestar mi gran aprecio por los esfuerzos llevados a cabo para conseguir que los diversos acontecimientos previstos sean realmente eventos felices. Gracias a las innumerables personas que han rezado por el éxito de la visita y por la efusión de la gracia de Dios sobre la Iglesia y el pueblo de vuestra nación”.
”Para mí será un motivo de alegría especial beatificar al venerable John Henry Newman en Birmingham el domingo 19 de septiembre. Este gran inglés vivió una vida sacerdotal ejemplar y con sus numerosos escritos aportó una contribución duradera a la Iglesia y a la sociedad, tanto en su tierra natal como en muchas otras partes del mundo. Espero fervientemente y rezo para que cada vez más personas se beneficien de su amable sabiduría suave y se inspiren en su ejemplo de integridad y santidad de vida”.
”Espero reunirme con representantes de las diferentes tradiciones religiosas y culturales que conforman la población británica, así como con sus líderes civiles y políticos. Estoy muy agradecido a Su Majestad la Reina y a Su Gracia el arzobispo de Canterbury por recibirme y deseo encontrarme con ambos. Aunque siento que hay muchos lugares y gente que no tendré la oportunidad de visitar, quiero que sepáis que os recuerdo a todos en mis oraciones. ¡Dios bendiga al pueblo del Reino Unido!”.
2.- La minoritaria y delicada situación de los católicos
El Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte –nombre completo de lo que entendemos habitual por Gran Bretaña- cuenta con una población de 59.381.000 habitantes distribuidos en cuatro grandes regiones –Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte- en una superficie de 230.762 kilómetros cuadrados.
Desde el primer tercio del siglo XVI Reino Unido es una nación confesionalmente cristiana anglicana, tras la correspondiente decisión del Rey Enrique VIII Tudor, quien decretó la supremacía de la corana sobre la Iglesia y desgajó la comunidad cristiana británica de su comunión plena con el Obispo de Roma. Desde entonces, los episodios de persecución a los católicos se han sucedido, con mayor o menor intensidad, al menos, hasta finales del siglo XIX. Mártires emblemáticos de la primera hora de la ruptura con Roma fueron el político Santo Tomás Moro y el obispo San Juan Fisher.
En la actualidad, el número de católicos asciende a cinco millones trescientos mil, menos, pues, del diez por ciento de la población. Además cada vez es mayor el número de católicos británicos procedentes del extranjero, en particular de América Latina e India.
La Iglesia católica en este país se divide en 32 circunscripciones eclesiásticas, que comprenden 2.977 parroquias y otros 239 centros pastorales. El número de obispos es de 59. Hay asimismo 3.819 sacerdotes diocesanos y 1.406 sacerdotes religiosos, lo que hace el número de católicos por sacerdote sea de 1.007. El número de diáconos permanentes es de 802 y el de religiosos no sacerdotes, 342, más 6.155 religiosas profesas. 160 personas más pertenecen a Institutos Seculares. Hay 349 misioneros laicos y 34.660 catequistas. Los seminaristas son 247 (dos en el seminario menor y 245 en los seminarios mayores).
La Iglesia católica británica atiende 2.378 escuelas maternales y primarias, 428 centros de enseñanza inferiores y secundarias y 22 universidades y colegios superiores, que atienden, respectivamente a 423.021, 370.940 y 12.373 alumnos.
Por lo que respecta a los centros de pastoral social y de caridad, la Iglesia católica sirve 8 hospitales, 1 ambulatorio, 171 casas de ancianos e inválidos, 79 orfanatos, 94 consultorios familiares y para la protección de la vida, 147 centros de educación especial y de reeducación y otras 31 instituciones varias de carácter sociocaritativo.
3.- Uno de los viajes papales más difíciles
Más allá del tópico y hasta del sensacionalismo periodístico siempre tendente a considerar lo último como lo más importante, lo cierto que es la visita apostólica de Benedicto XVI a Escocia y a Inglaterra constituye, sin duda, una de las etapas de su ministerio itinerante más importantes y más complicadas desde el comienzo de su pontificado.
Y más allá también del tópico de calificarlo todo como histórico, es evidente que esta visita papal es histórica ya que es la primera que un Obispo de Roma y Pastor supremo de la Iglesia católica realiza al Reino Unido invitado oficialmente por la máxima autoridad política y religiosa de este país, en este caso la Reina Isabel II. El Papa Juan Pablo II viajó, sí, al Reino Unido. Fue en 1982. Pero aquella visita apostólica no tenía el rango de oficial, de Estado, como sí tiene esta. Pero además, treinta años después de aquel viaje de Juan Pablo II, la situación particular y general en Reino Unido y en su influencia y poder expansivo en el mundo y en la vida interna de la Comunión Anglicana y en sus relaciones con la Iglesia católica ha cambiado notablemente.
Por todo ello, a nadie se le escapan los retos que conlleva el viaje de Benedicto XVI, máxime en medio de la gran secularización y descristianización –incluso de modo agresivo y militantemente ateo- que se vive en las Islas Británicas, a menos de un año de la Constitución Apostólica que facilita la incorporación de anglicanos a la comunión plena con la Iglesia católica y por cuanto objetivo principal y ocasión central de la visita es la beatificación de un antiguo eclesiástico anglicano, John Henry Newman, que finalmente abrazó la fe católica, viviéndola de modo heroico y ejemplar como ahora reconoce su beatificación.
4.- Elementos añadidos de dificultad
Como elementos añadidos a las dificultades intrínsecas del viaje, ya reseñadas, hay, al menos, otras cuatro de reciente actualidad. La primera de ellas viene constituida por los ecos de los casos de pederastia a cargo de eclesiásticos, cuya difusión ha golpeado duramente a la Iglesia en los últimos meses. No olvidemos al respecto la cercanía geografía con Irlanda, cuya comunidad eclesial ha resultado dolorosamente salpicada por estos inadmisibles escándalos. No olvidemos tampoco al respecto que dichos escándalos han tenido por epicentro, ante todo, países de cultura anglosajona.
En este sentido, es muy probable que el Papa se encuentre en Londres con víctimas de pederastia. Sería un encuentro discreto y reservado, como los que ya tuvo en sus viajes a Estados Unidos de América, Australia y Malta.
En segundo lugar, desde el pasado 1 de septiembre algunos autobuses de Londres portan inscripciones demandado al Papa el sacerdocio femenino. Y Londres es el escenario, en las vísperas de la llegada del Papa, de la presentación del último libro del físico Stephen Hawkins, en el que niega la creación desde Dios. Dos “casualidades” temporales cuya intencionalidad a nadie se le escapa…
Y como cuarta polémica añadida y reciente, los medios de comunicación han aireado en demasía, exceso e imprecisión la cuestión de las entradas de pago para asistir a los actos. Escuchemos al padre Lombardi, portavoz de la Santa Sede: “
“En los últimos días se hablado de los “boletos” para participar en algunos eventos de la visita, como por ejemplo la vigilia en Hyde Park. El coordinador eclesiástico del viaje, monseñor Summersgill, ha explicado que en realidad se trata de una contribución voluntaria de los fieles… El director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede vuelve a tocar este tema: Sí, creo que sea justo volver hablar un poco de esto, si bien por si mismo es un aspecto marginal con respecto a la importancia y a los temas centrales de este viaje. Se han leído y escuchado objeciones absolutamente infundadas. He escuchado hablar del Vaticano que exigía pagar la entrada para ir a la Misa, o sea involucrando también la responsabilidad del Vaticano en decisiones de carácter organizativo muy especificas. Esto es absolutamente equivocado. Debemos recordar que el Papa va a un país al cual ha sido invitado, e invitado por las más altas autoridades del Estado – por la Reina y el gobierno – y es un invitado de la Iglesia local. Por lo tanto, los costes, los empeños organizativos de la visita son naturalmente de quien invita. No es el Papa que se auto-organiza un viaje a Inglaterra.
Entonces, primera cosa: el Vaticano no ha establecido nada de esto. Se trata de modalidades organizativas afrontadas en el lugar por la Iglesia local, pero teniendo en cuenta los vínculos de tipo organizativo impuestos por las autoridades civiles. Por ejemplo, en este caso se da la situación extraordinaria que las personas no puedan ir libremente a pie al lugar de los tres principales eventos públicos: deberán asistir con medios de trasporte organizados y es necesario que todos los lugares sean asignados con un número absolutamente preciso.
Esta no es la manera habitual con la que la gente va a participar a los grandes eventos durante los viajes del Papa. Esto es tenido en cuenta ya que es impuesto por las exigencias de seguridad de las autoridades civiles.
Por su parte las autoridades eclesiásticas han tenido que organizar los grupos de fieles para que puedan movilizarse con los medios de transporte adecuados, han dado un “pass”, una especie de pasaporte especifico a cada participante, entregado junto a un pequeño “kit” de servicio – pastoral y logístico. Por todo esto se ha pedido una “contribución” a cada grupo que se organiza para participar. En que modalidad esta contribución sea distribuida entre las personas que participan, depende de la parroquia o de la diócesis que ha organizado los grupos.
Por lo tanto no se trata de un boleto pagado individualmente para ir a la Misa. Creo que si se tiene presente esta situación, se entiende mejor la interrogativa. También por lo que concierne –por ejemplo– el acceso de los medios de comunicación, de los periodistas existen vínculos, indicaciones que son particularmente especiales, mucho más que en otros viajes. Esto no depende del Vaticano y tampoco de la Iglesia local”….
El análisis completo de Jesús de las Heras en: http://revistaecclesia.com/index.php?option=com_content&task=view&id=19988&Itemid=308
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