El sábado pasado, en el contexto del seminario al que me refería en el post anterior, tuve la oportunidad de charlar con calma con Andrea Tornielli y Paolo Rodari, autores de un libro sobre el pontificado de Benedicto XVI que se acaba de publicar en Italia. Tornielil es vaticanista del diario milanés Il Giornale y autor de un conocido blog (Sacri Palazzi), y Rodari, vaticanista del romano Il Foglio, y también bloguero (Palazzo Apostolico). El libro trata de las “crisis” que, con ritmo periódico, han caracterizado estos cinco primeros años de pontificado.
A pesar de lo colorido del título -"Attaco a Ratzinger. Accuse e scandali, profezie e complotti contro Benedetto XVI"-, el libro no sostiene ninguna tesis de complot. Dice, en síntesis, que en esos problemas de opinión pública que se han repetido varias veces se entremezclan tres “agentes” distintos: el primero son los intereses de grupos heterogéneos que comparten su agresividad contra la Iglesia y el Papa, pero por razones diversas (laicistas, activistas gays, cierta industria farmacéutica, etc.), por lo que no cabe hablar de maniobras coordinadas; el segundo es la disidencia interna en la Iglesia; y el tercero son los errores de diverso tipo cometidos por los colaboradores del Papa. (Aceprensa ofrece una buena síntesis de los contenidos del libro).
Naturalmente, para completar el cuadro hay que añadir que también pesan la falta de profesionalidad periodística (muy clara en varios casos) y el peso del cliché “mediático” negativo que acompañaba al cardenal Ratzinger antes de su elección como Papa. El remedio, lógicamente, no es sencillo. Pero es preciso reconocer que hay un amplio espacio de mejoría al menos en el tercero de los tres "agentes". Es triste, en efecto, que un pontificado cuyas palabras más usadas son "Señor", "Amor" y "Belleza" se vea reducido en ocasiones a una caricatura. (En la foto, Rodari y Tornielli, en el seminario "The Church Up Close").
A pesar de lo colorido del título -"Attaco a Ratzinger. Accuse e scandali, profezie e complotti contro Benedetto XVI"-, el libro no sostiene ninguna tesis de complot. Dice, en síntesis, que en esos problemas de opinión pública que se han repetido varias veces se entremezclan tres “agentes” distintos: el primero son los intereses de grupos heterogéneos que comparten su agresividad contra la Iglesia y el Papa, pero por razones diversas (laicistas, activistas gays, cierta industria farmacéutica, etc.), por lo que no cabe hablar de maniobras coordinadas; el segundo es la disidencia interna en la Iglesia; y el tercero son los errores de diverso tipo cometidos por los colaboradores del Papa. (Aceprensa ofrece una buena síntesis de los contenidos del libro).
Naturalmente, para completar el cuadro hay que añadir que también pesan la falta de profesionalidad periodística (muy clara en varios casos) y el peso del cliché “mediático” negativo que acompañaba al cardenal Ratzinger antes de su elección como Papa. El remedio, lógicamente, no es sencillo. Pero es preciso reconocer que hay un amplio espacio de mejoría al menos en el tercero de los tres "agentes". Es triste, en efecto, que un pontificado cuyas palabras más usadas son "Señor", "Amor" y "Belleza" se vea reducido en ocasiones a una caricatura. (En la foto, Rodari y Tornielli, en el seminario "The Church Up Close").
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