14 de marzo de 2010

Charles Darwin cuenta el terremoto de Concepción en 1835... una historia que se repite



20 de febrero de 1835

A las 11:30 hrs., un nuevo terremoto similar al anterior, afecta toda la zona de Concepción. Este sismo fue muy bien documentado por el naturalista inglés Charles Darwin y el capitán de su barco Beagle, Fitz Roy que se encontraba en la zona al momento del sismo: "Talcahuano, 20 de Febrero de 1835. El terremoto fue tan violento como en la ciudad de Concepción. Todos los habitantes escaparon del desastre; pero aquellos que apenas se habían recuperado de las sensaciones de esas sacudidas ruinosas, cuando se oyó la voz de alarma de que el mar se retiraba. No se había olvidado lo de Penco (1730 y 1751), y el temor de que una ola podía inundar toda la región, hizo que la población corriera apresurada hacia los cerros. "Más o menos a media hora después de la sacudida, el mar se había alejado ya tanto que quedaba en seco hasta las naves ancladas en profundidades de 7 brasas; aparecían a la vista todos los peñascos de arrecifes de la bahía, cuando una descomunal ola pasó rápidamente a lo largo de la costa occidental de la bahía de Concepción, barriendo todo lo que podía oponerse a su avance; su altura alcanzaba a 30 pies -10 metros- encima de la señal de las altas mareas. Pasó encima de los buques, haciéndoles remolinar como simples barcos; tan impetuosa en su retirada cuanto que un torrente arrastró consigo todos los objetos movibles que el terremoto había acumulado en los montones de escombros. Después de pocos minutos las naves se encontraron de nuevo en seco y se vio a otra gran ola que se acercaba con gran ruido e impetuosidad mayor aún, pero sus efectos no fueron tan desastrosos, pues no quedaba más por destruir. El mar bajó de nuevo arrastrando las armazones de carpintería de las casas, los materiales más livianos de los edificios y dejando en seco a los buques…después de unos minutos de terrible suspenso se vio a una tercera enorme ola entre Quiriquina y el continente, aparentemente más grande que las dos primeras. Rugiendo mientras se arrojaba con gran fuerza contra cualquier obstáculo, embistió destrozando y abrumando todo a lo largo de la playa. Retirándose rápidamente como si fuera rechazada por el pie de los cerros, la ola arrastró tal cantidad de objetos caseros, cerca y muebles, el mar parecía estar cubierto de ruinas. Al este de la Isla, la ola no fue tan grande ni tan fuerte como la que barrió Talcahuano. Teniendo más espacio para desplegarse en la parte más ancha y profunda de la bahía, rodó rápidamente cerca de Lirquén y reventó contra Tomé. Parece que al venir del océano, las olas se dividieron de cada lado de la Isla Quiriquina y siguieron dos direcciones diferentes: una tomó su curso a lo largo de Tumbes o borde occidental hacia Talcahuano, la otra a través de la abertura oriental hacia Tomé. En el momento de la catástrofe y después de las grandes olas, la tierra parecía estar en ebullición en todos los puntos de la bahía; burbujas de aire o de gas se escapaban rápidamente; el agua se volvió negra y exhalaba un olor sulfuroso sumamente desagradable. Cantidades de peces muertos en la ribera, parecían haber sido envenenados o sofocados. En Tubul al sudeste de Santa María, el suelo se elevó seis pies. Las olas penetraron en la desembocadura del río del mismo nombre durante una hora solamente, fueron muy numerosas pero no muy fuertes; se pudo contar seis o siete. En la Isla Mocha, la sacudida de este terremoto fue tan violenta que difícilmente podía uno mantenerse en pie. En el extremo de la isla, el mar se elevó por encima de los peñascos y alcanzó una altura que nunca antes había sido alcanzada por el agua a causa del viento en las peores tormentas. En el pequeño puerto de Coliumo, al norte de la bahía de Concepción, las olas se elevaban casi tanto como en Tomé, casi 14 pies -4,2 metros- antes de alcanzar la orilla. El pequeño puerto de Dichato compartió la calamidad general, pero, situado a una gran altura y a una mayor distancia del mar que Talcahuano, escapó a los estragos de las olas.

Otros testimonios comprueban las detalladas observaciones de Darwin. El tsunami empezó con una gran retirada del mar, media hora después del terremoto, la bahía de Concepción se vació completamente y los buques quedaron varados. Luego, una ola de 30 pies de altura se desplazó por el sector occidental de la Bahía de Concepción, volcando los barcos e inundando Talcahuano. El fenómeno se repitió dos veces más. Las olas parecieron venir del océano y se dividieron al chocar con la Isla Quiriquina. En esta isla, quedaron destruidas las casas situadas hasta 40 pies -12 metros- sobre el nivel del mar. Y la altura del agua superó los 10 m sobre la alta marea. Un bloque de roca de varias toneladas de peso, fue arrastrada por el agua hacia la isla. Al este de la isla Quiriquina, la ola no fue tan grande alcanzando una altura de 14 pies -4,2 metros- en Tomé. La misma altura tuvieron las olas en la Bahía de Coliumo. Se observaron columnas o chorros verticales de agua en las Bahías de Concepción y San Vicente que fueron interpretadas esa época como erupciones de volcanes submarinos. En Talcahuano, el avance de mar se extendió hasta el sector de Perales. El tsunami se propagó por el Pacífico y destruyó las instalaciones portuarias de la Isla Juan Fernández. En Valparaíso las amplitudes fueron bajas y en Castro produjo estragos.

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