4 de marzo de 2009

Kathleen O. Chesto: Ayunar de las cosas rápidas

De Ciudad Redonda

Se cuenta una historia en un safari en el Serengeti. Un image investigador tenía mucha prisa por llegar a los campos de apareamiento del elefante africano. Había comenzado tarde y por eso empujaba a sus porteadores de forma despiadada para llegar a la temporada de apareamiento. El cuarto día, los porteadores se sentaron y se negaron a la moverse. El traductor le explicó que los porteadores no avanzarían más hasta que sus espíritus les alcanzaran y fueran con ellos.

Vivimos en un mundo donde la prisa tiene un significado plenamente diferente desde si definición cuaresmal. Somos una nación con prisa. Conducimos 5 millas sobrepasando el límite de velocidad. Nuestra precipitación una enfermedad totalmente nueva. Sólo en el pasado año la carretera se cobró 1.500 víctimas.

Esta Cuaresma, por al menos un día, intenta ayunar de las cosas rápidas, de la precipitación que vacía tanto que te acaba. Intenta conducir bajo los límites de velocidad y usa ese tiempo extra mientras condices hacia el trabajo para ponerte en contacto con Dios. En lugar de hacer sonar la bocina, ora por la gente que interrumpe tu camino en la carretera. En lugar de disgustarte con la lentitud del cajero del peaje y cambiar de fila, integra agradar a esa persona con una gentil sonrisa. Abstente de la comida rápida. Come una buena comida en compañía de tu familia o tus amigos, y tómate tiempo para disfrutar de cada sabor y de cada persona. No perderás peso, pero tus cargas parecerán más ligeras. Podrías descubrir que incluso tu espíritu te ha alcanzado.

Chesto es autor de Know Me, Hold Me, Sing to Me: What My Grandchild Taught Me about God

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