4 de diciembre de 2008

MADRE DE LA ESPERANZA

INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

En el sexto mes, el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo». Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin». María dijo al Ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?». El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios». María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho». Y el Ángel se alejó.

Lc 1, 26-38

Adviento: ¿espera o esperanza? María, modelo de esperanza. Deseó con tantas ansias la venida del Salvador que mereció ser ella la que lo llevara en sus entrañas.
Deseó con tales ansias la manifestación gloriosa de Jesús que fue llevada a su encuentro en toda la plenitud de su ser, en su asunción corporal.
María lleva a feliz término el largo adviento del pueblo de Dios, Israel. Ella concentra en su persona la esperanza más depurada de todo su pueblo. En ella se cumplen las profecías mesiánicas y su esperanza se convierte en posesión. Es la puerta que nos introduce en la Nueva etapa de la Historia de la Salvación: el tiempo de Cristo y de la Iglesia.
María es la primera redimida, la primera creyente, la primera santificada y glorificada de la Iglesia de Cristo. Y esta grandeza de María tiene su punto de partida en su concepción inmaculada. "María es la imagen purísima de lo que la Iglesia misma, toda ella, ansía y anhela ser" (Sacrosanctum Concilium, 103).


La Madre del Salvador es una figura del Adviento -Ntra. Sra. del Adviento- y su inmaculada concepción es el primer destello en la raza humana de la venida salvadora de Dios. Nunca ningún pecado manchó a María, ni siquiera el pecado original. María es la primera y la más perfecta de entre los salvados.

-María es modelo de nuestra vocación cristiana

Como ella un día aceptó la palabra de Dios y acogió en sí el Espíritu de Dios y engendró de su carne a Cristo, así también cada uno de los cristianos ha de realizar su vocación aceptando dócilmente la palabra de Dios, acogiendo en su vida al Espíritu de Dios y continuando en el tiempo la encarnación de Cristo.

-De la misma manera que María, proclamada dichosa por su fe, su obediencia, su esperanza, puso punto final al adviento precristiano, dando a luz al "Deseado de la Promesa", así también ha recibido la misión -"he ahí a tu hijo"- de preparar la venida incesante a la Iglesia y a toda la humanidad del "Deseado de todas las naciones".

-Llevar a Jesús y darlo al mundo. El mundo espera. El mundo no hace más que esperarlo, porque todos los afanes de los hombres tras el dinero, el poder, el éxito, el amor, todo esto son afanes tras de Jesús, sin saberlo, equivocándose de camino y provocando palabras de decepción cuando caen en la cuenta de que no han encontrado lo que buscaban.

-El "sí" de María a la palabra de Dios expresa un compromiso total, una confianza absoluta en el amor y en el poder de Dios que la hace salir de sí misma y colgar toda su vida -no en su razón ni en sus fuerzas- sino en la palabra de Dios. Y este compromiso total de una sencilla muchacha con la Palabra de Dios compromete también el destino de la humanidad. Consigue que acabe el tiempo de la Promesa y comience el tiempo de la Realidad. Consigue que termine el tiempo de la Espera y se inaugure el tiempo del Cumplimiento. Consigue poner en el mundo al Descendiente de la Promesa, al Deseado de las naciones.


Los cristianos deberían tener una conciencia más clara de lo que sucede cuando nos reunimos para celebrar la Eucaristía. La participación de la Palabra y del Cuerpo de Cristo es algo que produce la unión más íntima posible con Cristo vivo. Por esto, el "sí" pronunciado en el momento de esta participación eucarística es el que compromete de una manera más profunda a los cristianos. Deberían comprometer toda su vida -por encima de su razón y de sus fuerzas- con este Cristo que se les hace presente en su Palabra y en su Cuerpo y comprometerían también el destino de su vida.

-Debiéramos revisar qué creemos y cómo lo creemos. Quien no cree en la posibilidad de un mundo justo, libre y fraterno, no puede ser capaz de creer en la Inmaculada.

Josep Lligadas
Misa Dominical, 1980, 23


Oh Dios que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos por su intercesión llegar a ti limpios de todas nuestras culpas.

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