20 de febrero de 2009

PERDONAR ES SANAR

 

HOMILÍA

VII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la Palabra. Llegaron cuaclip_image002tro llevando un paralítico, y como no podían meterlo por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico:

-- Hijo, tus pecados quedan perdonados

Unos letrados, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros:

-- ¿Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de

Dios?

Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo:

-- ¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados" o decirle "levántate, coge la camilla y echa a andar?” Pues, para- que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados...

Entonces le dijo al paralítico:

-- Contigo hablo. Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa

Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo:

-- Nunca hemos visto una cosa igual.

Mc 1, 40-45

 

En aquel tiempo llegó Jesús a Cafarnaún y se puso a enseñar en la casa de Pedro, donde solía hospedarse. Acudieron las gentes en tropel y la casa se llenó hasta los topes, no cabía un alfiler y muchos se quedaron en la calle. Entonces aparecieron todavía cuatro hombres portando un paralítico en su camilla, y, como no les hicieran sitio, subieron al tejado por el exterior, levantaron unas tejas y descolgaron al paralítico hasta donde estaba Jesús. La muchedumbre calla, el enfermo espera, y un grupo de escribas y fariseos que habían ocupado los mejores puestos observan... Jesús, dirigiéndose al paralítico, le dice: "Hijo, tus pecados quedan perdonados".

Es difícil imaginarse la reacción del enfermo y de los que lo habían llevado a presencia del taumaturgo. En cuanto a los escribas y fariseos, dice Marcos que comenzaron a murmurar diciendo: "¿Por qué habla éste así? Blasfema".

Cambiemos ahora el tiempo y el escenario. Supongamos que llevan al paralítico a la seguridad social y, como suele suceder, no hay camas y no pueden ingresarlo. No obstante, los familiares, después de ir de la ceca a la meca, consiguen que los médicos vean al enfermo. Y éstos, dirigiéndose al paralítico, le dicen: "Que Dios te ampare, hermano". Quizás nos sea más fácil imaginarnos la reacción en este segundo caso, pero no estamos seguros de que sucediera lo mismo en la casa de Pedro. Si bien es cierto que el paralítico de Cafarnaún iba en busca de su salud lo mismo que el enfermo que acude hoy a la seguridad social, y que ninguno de los dos pensarían escuchar las palabras indicadas.

Sea lo que fuere de la reacción del paralítico en aquel tiempo, hay que admitir que no falta razón a los hombres que juzgan severamente a la iglesia cuando ésta se contenta con dar absoluciones. Porque una Iglesia que no acreditara con señales del Reino de Dios, con señales de liberación, el mensaje del perdón de los pecados, se burlaría de los hombres con el peor de los gustos imaginables. Cometería una blasfemia. Y nadie creería su mensaje.

-La palabra más difícil: Por eso Jesús, en aquel tiempo, aceptó la crítica y el reto de escribas y fariseos, y les dio respuesta cumplida, para que todos vieran que no hablaba en vano del perdón de los pecados.

Y les hizo esta pregunta: "¿Que es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados" o decirle "levántate, coge la camilla y echa a andar"? Evidentemente, decir lo primero no cuesta nada, ya que nadie puede comprobarlo; en cambio, hace falta mucha seguridad para decir lo segundo. Sin embargo, cuando se trata de hacer, la dificultad es por lo menos la misma. Por otra parte, Jesús establece una conexión y una coherencia entre ambas acciones. De modo que la salvación invisible, el perdón de los pecados, se muestra en la curación visible del paralítico. Lo que quiere decir que la salvación cristiana del hombre ha de ser integral, y no sólo en la intimidad de las conciencias.

El mundo no pide hoy ni espera milagros de la iglesia. No exige la curación de los ciegos, de los paralíticos, de los leprosos... Y tampoco es esto lo que necesita para creer en el evangelio y en la misión de la iglesia. Lo que pide y exige con todo derecho es que se vea de alguna forma la eficacia del evangelio que le predica. Pide, exige y necesita que los cristianos nos amemos los unos a los otros, que nos comprometamos con todos los hombres de buena voluntad en la gran tarea de la liberación de todos los oprimidos, que demos razón de nuestra esperanza en medio de los fracasos, que hagamos vida nuestra hermosa doctrina, que cumplamos la palabra más difícil... Porque de lo contrario pensará que el evangelio del perdón no es más que una coartada espiritualista y un engaño de los sacerdotes, un rito vacío de efectos nunca vistos, y la gracia como el vestido invisible del cuento. Y aun así la iglesia no podrá evitar que se alce contra ella la contradicción de los incrédulos. Pero entonces será por su culpa, no por culpa de la iglesia..

-La reconciliación: Pablo nos dice que Jesucristo es el "sí" de Dios, porque en él se han cumplido todas las promesas. Esto es, porque en Jesucristo Dios se ha reconciliado con todos los hombres y ha establecido una alianza definitiva y eterna. Esta acción de Dios nos autoriza para aceptarnos a nosotros mismos, y para aceptar a los demás, incluso a nuestros enemigos. Sobre la base del perdón de Dios, del "sí" de Dios a todos nosotros, podemos y debemos llevar a cabo la tarea de una reconciliación universal. Ahora bien, si desconfiamos del perdón de Dios o no queremos aceptarlo, tampoco seremos capaces de recibir y dar el perdón a nuestros semejantes.

La eucaristía que celebramos es la fiesta de esa reconciliación en la que soñamos, de esa paz, que ya tiene su principio y fundamento en el "sí" de Dios en Jesucristo. Es la fiesta de la fraternidad y para la fraternidad entre todos los hombres, llamados a ser hijos de Dios en Jesucristo. Pero la eucaristía es también, por lo que a nosotros respecta, un rito cuyo sentido sólo podemos realizar y dar a conocer a los demás si cumplimos en la vida con las exigencias del evangelio.

EUCARISTÍA 1979/09



Dios todopoderoso y eterno: concede a tu pueblo que la meditación de tu doctrina le enseñe a cumplir siempre, de palabra y obra, lo que a ti complace.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

¿Quieres comentar esta noticia?