31 de marzo de 2011

CUARESMA CON SAN AGUSTÍN: Jueves III Semana: El Dedo de Dios


Jesús estaba expulsando a un demonio que era mudo. Apenas salió el demonio, el mudo empezó a hablar. La muchedumbre quedó admirada, pero algunos de ellos decían: "Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios". Otros, para ponerlo a prueba, exigían de él un signo que viniera del cielo. Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: "Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra. Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque -como ustedes dicen- yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul. Si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces. Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes. Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras, pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita el arma en la que confiaba y reparte sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama. 

Lc 11, 14-23
¿Qué es el dedo de Dios? Busquémoslo en el Evangelio y lo encontraremos. ¿Qué significa la expresión "el dedo de Dios"? En efecto, Dios no tiene la forma corporal que poseemos nosotros o ve por una parte sí y por otra no, o está delimitado por la forma de sus miembros, él que está todo en todas partes y presente en todos. ¿Qué es, pues, este dedo de Dios? El Espíritu Santo. Presten atención. ¿Cómo lo probamos? Por el Evangelio. A veces sucede que un evangelista dice claramente lo que otro ha dicho de forma figurada. Hay un lugar en el Evangelio en el que los judíos dijeron del Señor que expulsaba los demonios en nombre de Beelcebul. En respuesta, el Señor les dijo: si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes. 

Otro evangelista relata lo mismo diciendo: si yo los arrojo por el Espíritu Santo, entonces ha llegado a ustedes el reino de Dios (Mt 12,28). Un evangelista habla del dedo de Dios, otro nos lo expone lo mismo mostrándonos que el dedo de Dios es el Espíritu Santo. No busquemos en Dios dedos de carne; antes bien comprendamos por qué llama así el Espíritu Santo: porque por medio de él recibieron los apóstoles la diversidad de dones. En fecto, en los dedos se manifiesta la división de la mano y con ellos se cuenta y se distribuye. ¿Por qué, pues, celebran los judios Pentecostés? ¡Gran misterio, hermanos, y digno de toda admiración!. Si se dan cuenta, a los cincuenta días recibieron la ley escrita con el dedo de Dios y a los cincuenta vino el Espíritu Santo.

Sermón 272 B, 4.

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