Jn 10, 14.15b
Nació en Trento (norte de Italia), de familia de clase media alta, el 25 de noviembre de 1774. Educado cristianamente por su familia, sintió germinar en él el deseo de consagrarse a Dios en la Orden Agustiniana. El 31 de mayo de 1794, con veinte años, emitió sus votos religiosos y fue luego ordenado sacerdote. Lamentablemente, con la invasión napoleónica, se suprimieron muchos conventos y Esteban fue obligado a volver a vivir en la casa familiar. No obstante las dificultades, quiso educar humana y cristianamente a los jóvenes de su cudad creando en la casa paterna una escuela, la primera escuela católica de Trento. Su método educativo fue tan eficaz y respetuoso que el gobierno anticlerical de la ciudad le dio un reconocimiento público. A pesar de la fama de óptimo educador de la juventud, apenas fueron reabiertos los conventos, renunció al oficio de Inspector General de las Escuelas Elementales del Distrito de Trento para poder vivir en la humildad y en la paz de la vida conventual. Luego de vivir en Bolonia, pasó a Città della Pieve (Umbria) y definitivamente en el Convento y Santuario de la Madre del Buen Consejo en Genazzano (cerca de Roma) donde se había restablecido plenamente la vida religiosa. Fue un ejemplar maestro de novicios y un párroco excepcional. Para ir en socorro de las familias pobres de Genazzano se privaba incluso de su ropa y a menudo volvía al convento vestido sólo con el hábito religioso. Su celo pastoral fue tan fecundo que fue reconocido como padre de los pobres y consuelo de los afligidos. Cultivó una tierna devoción a la Madre del Buen Consejo, cuyo culto y devoción difundió. Murió el 2 de febrero de 1840 producto de una epidemia de tifus que asolaba Genazzano, enfermedad que contrajo mientras visitaba a los enfermos y acudía en socorro de los más necesitados, como nunca dejó de hacer. Su cuerpo es venerado en Genazzano, junto al fresco milagroso de su amada Madre del Buen Consejo.
Es considerado el patrono de los novicios agustinos por su gran amor a la Orden y por haber cuidado la formación humana y espiritual.
Oh, Señor, que has hecho del Beato Esteban Bellesini una figura admirable de apóstol en la educación de la juventud y en la difusión de una filial devoción a la Virgen María, Madre del Buen Consejo, concédenos que, imitando su celo, nos dediquemos con ardor al servicio de la Santa Iglesia. Por Jesucristo, Nuestro Señor.
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