“Entre todos los géneros de amistad, hay sólo uno que sea firme y estable. El que tiene como razón última no el favor que concilia una recomendación, ni el valor de los servicios prestados o de los beneficios recibidos, ni cierto contrato u obligaciones de parentesco, sino la sola semejanza de las mismas virtudes. Esta es, digo, la amistad que no puede romper ningún accidente ni destruir el tiempo y el espacio. Esta es la que ni siquiera puede borrar la misma muerte. Tal es la verdadera e indisoluble dilección que crece en razón directa de la perfección y virtud de entrambos amigos. Su nudo, una vez se ha formado, no se deshace ni por antagonismos humanos, ni por la lucha de voluntades divergentes”.
-San Juan Casiano
Conferencias, XVI, 3
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