9 de julio de 2009

Un poco de poesía: Novalis (Alemania, 1772-1801)

Seudónimo de Friedrich Leopold von Hardenberg, poeta alemán,image uno de los escritores que formuló la teoría del romanticismo literario en la revista Das Athenaeum. Nació en el seno de una familia noble en Oberwiederstedt (Sajonia). Estudió derecho, ciencias y filosofía en las universidades de Jena, Leipzig y Wittenberg, se hizo funcionario civil pero dedicó todas sus energías a escribir y loar su amor por Sophie von Kühn, su prometida que murió a la edad de quince años. Es famoso por sus poesías líricas y por su prosa, caracterizadas por un profundo misticismo religioso. Autor de una reducida obra poética, realizada en sus últimos años de vida y en recuerdo de su amada, pero de una belleza tan sublime que influyó en muchos otros escritores. Himnos a la noche (1800) expresa su desolación ante la muerte de Sophie pero al mismo tiempo su creencia en la muerte image como un renacimiento místico en la presencia de Dios. Sus Canciones espirituales (1799) influyeron profundamente en otros escritores. En la novela inacabada Enrique de Ofterdingen (publicada póstumamente en 1802) creó el símbolo de la flor azul (Die blaue Blume), que representaba el secreto del arte y el deseo del héroe de hacer del mundo, un lugar de belleza a través del poder de la imaginación creativa. Novalis escribió también ensayos en los que expresaba su nostalgia por la supuesta unidad de la Europa cristiana medieval.

Leamos uno de sus poemas:

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¿Ha de volver siempre la mañana? ¿No tendrá nunca fin el poder de la tierra? Siniestra agitación devora el vuelo celestial de la noche que se acerca. ¿No va a arder para siempre la ofrenda secreta del amor? Los días de la luz están contados; pero fuera del tiempo y del espacio está el imperio de la noche. El sueño dura eternamente. Sagrado sueño — no escatimes la felicidad a los que en esta jornada terrena se consagran a la noche. Sólo los insensatos te ignoran y no conocen otro sueño que el de la sombra que tú, compasiva, arrojas sobre nosotros en el crepúsculo de la noche verdadera. Ellos no te sienten en el dorado mosto de las uvas — ni en el aceite milagroso del almendro, ni en la parda savia de la amapola. No saben que eres tú la que envuelve los pechos de la tierna muchacha y convierte su regazo en un edén — no sospechan siquiera que tú, desde antiguas historias, sales a nuestro encuentro abriéndonos las puertas del cielo, trayendo la llave de las moradas de los bienaventurados, silenciosa mensajera de infinitos misterios.

(De los Himnos a la Noche)

1 comentario:

  1. Gracias por este himno a la noche... es maravillosos cómo la palabra poética logra hacernos intuir esa luz divina que brilla tanto más que la del sol que puede ser comparada incluso con la noche...
    eldespistado2008@hotmail.com

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