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En el documento, que retoma las temáticas sociales, el Papa afirma que la caridad es “la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia”. Así, señala que hacen falta "formas de economía solidaria" y "tanto el mercado como la política tienen necesidad de personas abiertas al don recíproco".
Este martes 7 en la mañana, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, ha tenido lugar la presentación de la Encíclica de Benedicto XVI "Caritas in Veritate", con la presencia de los cardenales Renato Raffaele Martino, Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz y Paul Josef Cordes, Presidente del Pontificio Consejo "Cor Unum"; el arzobispo Giampaolo Crepaldi, recientemente nombrado obispo de Trieste (Italia) y hasta ahora secretario del Pontificio Consejo Justicia y Paz y el profesor Stefano Zamagni, catedrático de Economía Política en la Universidad de Bolonia (Italia) y consultor del Pontificio Consejo Justicia y Paz.
En su intervención, el cardenal Martino habló de la necesidad de una nueva encíclica social a veinte años de distancia de la "Centesimus annus" de Juan Pablo II, enumerando los cambios que han tenido lugar en estas dos últimas décadas.
"Las ideologías políticas, que caracterizaron la época precedente a 1989, han perdido virulencia -dijo- y han sido sustituidas por la nueva ideología de la técnica. (...) La acentuación de los fenómenos de globalización, determinados por el final de los bloques contrapuestos y por la red informática y mundial. (...) Las religiones han vuelto al escenario público mundial. (...) La emergencia de algunos países de la situación de retraso está cambiando los equilibrios geopolíticos mundiales.
Caritas in Veritate
En la Introducción el Papa recuerda que la caridad es "la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia". Por otra parte, dado el "riesgo de ser mal entendida o excluida de la ética vivida" advierte de que "un cristianismo de caridad sin verdad se puede confundir fácilmente con una reserva de buenos sentimientos, provechosos para la convivencia social, pero marginales".
El primer capítulo está dedicado al Mensaje de la Populorum progressio de Pablo VI que "reafirmó la importancia imprescindible del Evangelio para la construcción de la sociedad según libertad y justicia".
El desarrollo humano
Cardenal Martino en la presentación de la Encíclica
"El desarrollo humano en nuestro tiempo" es el tema del segundo capítulo. "El objetivo exclusivo del beneficio, cuando es obtenido mal y sin el bien común como fin último -reitera el Papa- corre el riesgo de destruir riqueza y crear pobreza" Y enumera algunas distorsiones del desarrollo: una actividad financiera "en buena parte especulativa", los flujos migratorios "frecuentemente provocados y después no gestionados adecuadamente o la explotación sin reglas de los recursos de la tierra". Frente a esos problemas ligados entre sí, el Papa invoca "una nueva síntesis humanista", constatando después que "el cuadro del desarrollo se despliega en múltiples ámbitos: (...) crece la riqueza mundial en términos absolutos, pero aumentan también las desigualdades (...) y nacen nuevas pobrezas".
Asimismo, el pontífice evidencia que el respeto por la vida "en modo alguno puede separarse de las cuestiones relacionadas con el desarrollo de los pueblos".
Desarrollo económico y fraternidad
"Fraternidad, desarrollo económico y sociedad civil" es el tema del tercer capítulo. Retomando la encíclica Centesimus annus de Juan Pablo II indica "la necesidad de un sistema basado en tres instancias: el mercado, el Estado y la sociedad civil" y espera en "una civilización de la economía". Hacen falta "formas de economía solidaria" y "tanto el mercado como la política tienen necesidad de personas abiertas al don recíproco".
El capítulo se cierra con una nueva valoración del fenómeno de la globalización, que no se debe entender solo como "un proceso socio-económico". (...) La globalización necesita "una orientación cultural personalista y comunitaria abierta a la trascendencia (...) y capaz de corregir sus disfunciones".
Desarrollo de los pueblos
En el cuarto capítulo, la Encíclica trata el tema del "Desarrollo de los pueblos, derechos y deberes, ambiente". "Gobierno y organismos internacionales -se lee- no pueden olvidar "la objetividad y la indisponibilidad" de los derechos. A este respecto, se detiene en las "problemáticas relacionadas con el crecimiento demográfico".
Reafirma que la sexualidad no se puede "reducir a un mero hecho hedonístico y lúdico". Los Estados, escribe, "están llamados a realizar políticas que promuevan la centralidad de la familia".
"La economía -afirma una vez más- tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento; no de cualquier ética sino de una ética amiga de la persona".
La gran familia humana
"La colaboración de la familia humana" es el corazón del quinto capítulo, en el que Benedicto XVI pone de relieve que "el desarrollo de los pueblos depende sobre todo del reconocimiento de ser una sola familia". De ahí que, se lee, la religión cristiana puede contribuir al desarrollo "solo si Dios encuentra un puesto también en la esfera pública".
El Papa hace referencia al principio de subsidiaridad, que ofrece una ayuda a la persona "a través de la autonomía de los cuerpos intermedios". La subsidiariedad, explica, "es el antídoto más eficaz contra toda forma de asistencialismo paternalista" y es más adecuada para humanizar la globalización".
Asimismo, Benedicto XVI exhorta a los Estados ricos a "destinar mayores cuotas" del Producto Interno Bruto para el desarrollo, respetando los compromisos adquiridos. Y augura un mayor acceso a la educación y, aún más, a la "formación completa de la persona" afirmando que, cediendo al relativismo, se convierte en más pobre. Un ejemplo, escribe, es el del fenómeno perverso del turismo sexual. "Es doloroso constatar -observa- que se desarrolla con frecuencia con el aval de los gobiernos locales".
El último párrafo del capítulo lo dedica el Pontífice "a la urgencia de la reforma" de la ONU y "de la arquitectura económica y financiera internacional". Urge "la presencia de una verdadera Autoridad política mundial" (...) que goce de "poder efectivo".
La Técnica
El sexto y último capítulo está centrado en el tema del "Desarrollo de los pueblos y la técnica". El Papa pone en guardia ante la "pretensión prometeica" según la cual "la humanidad cree poderse recrear valiéndose de los 'prodigios' de la tecnología". La técnica, subraya, no puede tener una "libertad absoluta".
En la Conclusión de la Encíclica, el Papa subraya que el desarrollo "tiene necesidad de cristianos con los brazos elevados hacia Dios en gesto de oración", de "amor y de perdón, de renuncia a sí mismos, de acogida al prójimo, de justicia y de paz".
Ir a la Encíclica Caritas in Veritate
Fuente: VIS - Prensa CECh
Vaticano, 07/07/2009
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