Al grito por la sangre derramada, que se eleva desde tantas partes de la tierra, Dios responde con la sangre de su Hijo, que ha donado su vida por nosotros. Ésta es la reflexión ofrecida por el Papa en este primer domingo de julio, que en el pasado se caracterizaba por la devoción a la Santísima Sangre de Cristo. Benedicto XVI ha constatado de este modo, con profundo dolor, cómo hoy igual que ayer, se sigue derramando sangre humana a causa de la violencia, de la injusticia y del odio. ¿Cuándo aprenderán los hombres que la vida humana es sagrada y pertenece a Dios?
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