Prosigue la misión de san Benito, proclamando que en nuestra vida, nadie o nada, tiene anteponerse a Jesús, en la misión de construir, en el nombre de Cristo, una nueva humanidad con la insignia de la acogida y de la ayuda a los más débiles. Éste ha sido el llamamiento que el Papa ha dirigido a los 20.000 fieles congregados en Cassino, a los pies de la Abadía donde fue sepultado el fundador del monaquismo occidental y compatrono de Europa, para la celebración de la solemnidad de la Ascensión del Señor.
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