11 de octubre de 2012

11 de octubre: Beato Elías del Socorro Nieves, o.s.a. Morir como Jesús con las manos atadas

Todo sacerdote que predica la Palabra de Dios en tiempo de persecución, no tiene escapatoria, morirá como Jesucristo en la Cruz, con las manos atadas.


Estas palabras del Padre Nieves expresan con realismo una visión clarividente sobre la situación que le tocaba afrontar y su firme decisión, desde la fe, de abrazar la cruz de Cristo, manteniéndose fiel a su ministerio. A pesar del peligro, quiso permanecer con su grey durante el tiempo de la persecución, recordando el ejemplo de Agustín:

Yo, a la vez que os alimento, me alimento con vosotros; concédame el Señor fuerzas para amaros hasta morir por vosotros, ya en la realidad, ya en la disponibilidad.
(Serm. 296,5)

Al Padre Elías le resultó muy difícil alcanzar la meta del sacerdocio. La enfermedad, la pérdida de los padres, las responsabilidades familiares y la pobreza, habían levantado un muro insalvable entre su deseo de ser sacerdote, largamente acariciado desde la infancia, y la realidad de su vida.


Pero, una vez ordenado sacerdote, la entrega a su ministerio fue incondicional. Arriesgó y perdió su vida por las ovejas, alcanzándola para la vida eterna. Como mártir, fue un cualificado testigo de la fe y la caridad.

Mateo Elías Nieves del Castillo nació el 21 de septiembre de 1882 en Yuriria, Guanajuato, México. Fue frágil de salud desde su nacimiento, teniendo que ser bautizado de urgencia, por el peligro que corría su vida. Después padecería tuberculosis y una ceguera temporal que le dejó como secuela cierta debilidad visual.

Su infancia y juventud fueron difíciles. Principalmente por la pérdida de los padres y de otras personas que, caritativamente, se habían interesado por él. No tuvo oportunidad de estudiar ni de seguir su vehemente deseo de ingresar en la Orden Agustiniana. Maduró su vocación religiosa en una intensa vida cristiana, vivida en su parroquia, donde fue un joven comprometido con la acción pastoral. 

Sólo muy tardíamente pudo incorporarse al seminario agustino. Cuando comenzó los estudios secundarios era un joven que había madurado humanamente por los muchos sufrimientos padecidos, y espiritualmente por su intensa vida cristiana. Asumió, con humildad, compartir aula y régimen de seminario con compañeros adolescentes. 

Tenía 28 años de edad cuando realizó su primera profesión. En ese momento tan importante de su vida se puso en manos de María, añadiendo a su nombre de bautismo el título agustiniano del Socorro.

Fue ordenado sacerdote el 9 de abril de 1916, a los 33 años de edad. Eran tiempos políticamente borrascosos. Sabía que le esperaba un ministerio difícil, pero le urgía el amor a su gente. "¡Sálvalos, Señor, que perecen!", decía con frecuencia.

Después de ejercer el ministerio sacerdotal en Yuriria, Aguascalientes, Maravatío y Pinícuaro, Michoacán, donde dejó buenos recuerdos, fue asignado a la comunidad de la Cañada de Caracheo, en el estado de Michoacán.

Ejerció su ministerio en medio de gentes sencillas, entregándose a ellas con alegría y dedicación. La escuela de la pobreza hizo de él un hombre que supo vivir con sobriedad. No eran momentos para empeñarse en grandes obras. El Padre Elías del Socorro fue grande en la fidelidad a lo sencillo.

Aún así se preocupó del bienestar de su gente, ayudándoles en sus necesidades y dedicando también gran esfuerzo a concluir, en poco tiempo, la construcción de la Iglesia de La Cañada de Caracheo. El llamado "reloj del Padre Nieves", con el que ornamentó la torre al concluir su construcción, perpetúa todavía, en el continuo desgranar de las horas, la memoria de este fiel vicario fijo.

Fue muy amigo de los pobres a los que socorría en sus necesidades; celebraba con fervor la misa y era muy devoto de la Santísima Virgen.
Concluyó su vida después de un periodo de clandestinidad, para mantener su servicio pastoral. El Padre Nieves no quiso acatar la orden del gobierno de concentrarse en la capital, porque eso significaba abandonar su grey y no estaba dispuesto a alejarse de ellos en horas de dificultad.

Quería quedarse "a pesar de todo". Por eso vivió 14 meses refugiado en una cueva, protegido por la caritativa complicidad de sus fieles, que acudían a la gruta a orar, asistir a la Eucaristía y recibir los Sacramentos.

El Padre Nieves fue aprehendido por los federales el 7 de marzo de 1928. El capitán Márquez lo llevó con otros presos hacia Cortazar, Guanajuato. Las actas del proceso ilustran las peripecias de su prendimiento y muerte, así como el conmovedor acompañamiento de dos de sus fieles que, dejados en libertad por el pelotón asesino, no quisieron abandonar a su pastor. 

A pesar de su insistente ruego para que se fueran, prefirieron correr la misma suerte del sacerdote agustino. 

Sus nombres merecen una palabra de recuerdo porque abrazaron, al lado del Padre Nieves, la palma del martirio: son los laicos José Dolores y José de Jesús Sierra.

Al llegar al lugar llamado "El Llano", los federales se detuvieron y pusieron al Padre Nieves frente a un mezquite. El Padre Elías oró, entregó a los soldados su gabán y pidió a los mismos que se hincaran para darles su bendición.

El Padre Nieves fue asesinado el 10 de marzo de 1928, cuando tenía 45 años de edad. Murió bendiciendo a los soldados que se disponían a ejecutarle y regalando su perdón y sus escasos bienes a su propio verdugo. El momento de su muerte es de una extraordinaria grandeza.
Ningún testimonio tan impresionante como el del ejecutor material de su muerte, el capitán Manuel Márquez Cervantes, quien, años más tarde, manifestó: "El Padre Nieves murió como un héroe y como un santo". Conservó como recuerdo los lentes y la cobija que le había regalado el agustino antes de asesinarle. Las palabras de San Agustín se cumplieron en él con exactitud.

Si deseas tener vida en Cristo, no tengas miedo a morir por Cristo.
(In Ioh. 52,2)

Los fieles le consideraron mártir desde la fecha del fusilamiento. Su cuerpo fue trasladado a la Iglesia parroquial de Cañada de Caracheo, Guanajuato, comunidad de unos 5 mil habitantes, la mayor del municipio de Cortazar, y en donde precisamente descansan los restos del Beato Elías del Socorro Nieves, bajo el altar y donde es sede de peregrinar.

Se le atribuyen decenas de milagros y la gente acude a la solemnidad en el aniversario de su muerte en el mes de marzo, con asistencia de miles de fieles.

Una ancianita afirma haber conocido al Padre Nieves cuando ella tenía doce años y refiere emocionada sus recuerdos. Asoman las lágrimas a sus ojos al relatar la desaparición de su hijita de cuatro años, angustiada invocó al Padre Elías del Socorro, y narra la llegada sorpresiva de un joven con lentes, que la tranquiliza diciéndole que él se la va a traer. -"¿Cómo me la vas a traer, le dice, si tú no la conoces? -No se preocupe, le contesta, sí que la conozco: tiene un vestidito morado, ¿verdad?" En efecto, pocos minutos después llegó con ella, se quedó en el umbral de la puerta unos momentos, e instantáneamente desapareció. Y nuestra viejita no titubea en afirmar que Fray Elías en persona acudió en su socorro. Con la misma emoción, nos recordaba la anécdota de los blanquillos, siendo ella niña: El Padre Elías llegó a su casa pidiendo la limosna, y su madre le rogó que esperara a que su marido, que había ido a vender la carreta, regresara para poder darle algo. -No, respondió el Padre Elías: ahí en el cuarto de al lado tienes un guaje con unos blanquillos; dámelos para llevármelos. Quedaron sorprendidos de cómo Fray Elías pudo saber que tenía tales blanquillos en el guaje.

El día 12 de octubre de 1997, el Papa Juan Pablo II celebró la ceremonia de Beatificación del Padre Elías del Socorro Nieves, en Roma.
Beato Elías del Socorro Nieves O.S.A., un mexicano de humilde extracción campesina. Este reconocimiento constituye una elocuente afirmación de la validez de la espiritualidad agustiniana, en sus diversas expresiones carismáticas, como camino de santidad en el servicio pastoral.

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