A todos mis hermanos y hermanas de corazón inquieto... porque es el compartir de toda una vida que hoy, para todos, se hace fiesta para celebrar a quien nos ayudó a vivir el Evangelio de Jesús con su estilo de vida. Para mí cada 28 de agosto es un momento especial, que me emociona mucho, porque recuerdo a muchos hermanos que he conocido a lo largo de mis años -que tampoco son muchos-, y hoy más que nunca, digo en voz alta que creo "en la comunión de los santos", que se transforma en la comunión de los hermanos. Y doy gracias al Señor por los hermanos que tengo a mi lado.
La distancia me ha enseñado a disfrutar cada momento con los hermanos como si fuera único -porque así lo es, sólo que... no siempre lo vemos así-, y nunca se sabe cuándo podremos tener una misma ocasión como esta.
Por eso, gracias, Señor, por este día, en que pude celebrar con mis hermanos y verlos contentos, por todos estos años que me has dado para compartir con ellos, desde la cercanía y desde la lejanía. Gracias, Señor, por ellos.
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