15 de enero de 2010

El matrimonio es obra de Dios, el divorcio obra del diablo (San Agustín)

image

Excluido todo significado místico, el hecho de que el Señor, invitado, haya asistido a la boda, quiso confirmar que él es el autor del matrimonio. Habían de surgir los hombres de quienes habla el Apóstol, que prohibirían el matrimonio, diciendo que es cosa mala e invención del diablo, siendo así que el mismo Señor en el evangelio, a la pregunta de si es lícito al hombre despedir a la mujer por una causa cualquiera, responde negativamente, a no ser en caso de fornicación. La respuesta, si recordáis, suena así: Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre (Mt 19,6).

Los bien instruidos en la fe católica saben que Dios instituyó el matrimonio y que como la unión es de Dios, la separación procede del diablo. La fornicación hace lícito el despedir a la mujer porque ella fue la primera en no querer ser esposa al no guardar la fidelidad conyugal al marido.

Ni siquiera las que han consagrado a Dios su virginidad, aunque gocen de un grado superior de honor y santidad en la Iglesia, carecen de bodas, puesto que también ellas participan con toda la Iglesia de aquellas en la que el esposo es Cristo. Por tanto, el Señor aceptó la invitación de asistir a la boda para consolidar la castidad conyugal y manifestar el misterio del matrimonio. El esposo de las bodas de Caná al que se dijo: Has conservado el buen vino hasta ahora representaba la persona del Señor. Cristo, de hecho, había conservado hasta aquel momento el buen vino, es decir, su evangelio.

Comentario sobre el evangelio de San Juan 9,2

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

¿Quieres comentar esta noticia?