11 de diciembre de 2009

Razones para la alegría

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III DOMINGO DE ADVIENTO

 

imageEn aquel tiempo, La gente preguntaba a Juan el Bautista: «¿Qué  debemos hacer entonces?»

Él les respondía: «El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto».

Algunos publicanos vinieron también a hacerse bautizar y le preguntaron: «Maestro, ¿qué debemos hacer?».

Él les respondió: «No exijan más de lo estipulado».

A su vez, unos soldados le preguntaron: «Y nosotros, ¿qué debemos hacer?».

Juan les respondió: «No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo».

Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías, él tomó la palabra y les dijo a todos:

«Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Tiene en su mano la horquilla para limpiar su era y recoger el trigo en su granero. Pero consumirá la paja en el fuego inextinguible».

Y por medio de muchas otras exhortaciones anunciaba al pueblo la Buena Noticia.

Lc 3,10-18

El Dios de la Danza

El anuncio que domina en este domingo es el de la alegría. Está bien que la Palabra y la liturgia nos recuerden frecuentemente esta necesidad tan humana y tan cristiana, ya que no hay documentos oficiales de la Iglesia que hablen sobre el tema. Hoy, además de la invitación paulina, hay un mensaje espléndido del profeta Sofonías.

-Dios es alegre

Ya estamos superando la idea de un Dios triste y aburrido. Dios no es un viejo en decadencia. Dios es la plenitud de la vida. «Al principio fue la Palabra». Está bien. Pero enseguida, no, al mismo tiempo, fue el Amor y la Pasión y la Alegría y la Danza ininterrumpida.

El Espíritu es el éxtasis, el exceso que se produce eternamente en las Personas divinas. El toque del Espíritu produce siempre embriaguez e inspiración. Dios es excesivo. El Espíritu es la Danza de Dios. «Yahveh tu Dios está en medio de ti, ¡un poderoso salvador! El exulta de gozo por ti, te renueva por su amor; danza por ti con gritos de júbilo, como en los días de fiesta» (So/03/17) Haz un esfuerzo, por favor. Imagínate a Dios danzando y dando gritos de júbilo por ti.

Es una hermosa revelación: Dios es el autor de la Danza. Dios danza y comunica su júbilo. Dios danza por ti y danza en ti. Dios te comunica la capacidad para la alegría y el entusiasmo. Dios quiere seguir danzando a través de todo tu cuerpo. Dios te da capacidad para vibrar y para emocionar. Dios es el que mueve el mundo de entusiasmo. La revelación de Jesucristo no contradice esta imagen del Dios exultante, sino que la aclara y profundiza. El Dios de Jesucristo es el Dios del Amor gratificante, el Dios de la Alegría perfecta, el Dios de las Bienaventuranzas completas, el Dios de la Pascua victoriosa. Es el Dios que colma de gozo, que embriaga de Espíritu, que deleita y entusiasma en la oración y en el canto, que inunda de una paz que sobrepasa todo juicio".

-«En presencia de Yahveh danzaré yo»

Esta fue la respuesta que dio David a su esposa, cuando le recriminó que se pusiera a danzar como «un cualquiera». «David danzaba con todas sus fuerzas ante Yahveh, vestido sólo con un roquete de lino» (2S/06/14-21).

Nosotros, más que reprender a David, tendríamos que reprendernos a nosotros mismos, porque no danzamos en presencia de Yahveh. Nos ponemos ante El con demasiada seriedad y formulismo; mucha rúbrica y poca fiesta, mucha palabra y poca emoción, mucha rutina y poca pasión.

Lo mismo nos pasa en nuestra vida. Hay cargas necesarias, las del amor. Pero hay cargas que nos echamos encima innecesariamente para merecer, para cumplir, para ganar, para triunfar. Soltemos todas nuestras cargas y pongámoslas sobre el Señor (Mt. Il, 28-29). Libérate de angustias y preocupaciones. Vive confiado y jubiloso. Convierte tu vida en un canto para el Señor.

Cuando Jerusalén tenía sobradas razones para el miedo y la tristeza, escucha una palabra profética que le llega al alma y le llena de alegría el corazón «No temas... El Señor tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva... Alégrate y gózate de todo corazón». Cuando Pablo, vencido y encadenado, tenía poderosas razones para sentirse agobiado y deprimido, lanza este pregón desconcertante: «Estad siempre alegres en el Señor».

El mismo, encarcelado en Filipos, «en el calabozo interior y sujetos sus pies con grillos», con las espaldas sangrantes «por los muchos azotes», se pone a medianoche «a cantar himnos a Dios», llegando a conmover el edificio por la fuerte vibración del Espíritu: Sus queridos filipenses habían aprendido que la fe era una fiesta. Es el caso de Lidia y el carcelero, que "se alegró con toda su familia por haber creído en Dios" (/Hch/16/15-34). Cuando los habitantes de Samaria escucharon el Evangelio de Felipe, «hubo una gran alegría en aquella ciudad» (/Hch/08/08).

Dicen que los primeros cristianos se apartaban de fiestas oficiales y de espectáculos públicos. ¿Sabéis por qué? Porque no los necesitaban, porque la fiesta la llevaban dentro. «El cristiano está siempre alegre en el Señor», siempre.

-El porqué de nuestra alegría

La fuente de nuestra alegría es más bien secreta y misteriosa. No viene, desde luego, de este mundo. El cristiano se goza más en el servicio que en el poder, más en la pobreza que en el confort, más en el anonimato que en el éxito. No es una alegría que tenga relación directa con el placer o la comodidad o la fortuna. Tampoco es cuestión de temperamento o de receta psicológica o de terapia vitalista. Está en las antípodas de la diversión prefabricada o del fármaco hedonista o de las euforias del alcohol.

La alegría cristiana viene del Señor. Es un don o fruto del Espíritu.

-10 razones para la alegría

El cristiano se alegra:

1. Porque se siente inmensamente amado.

2. Porque ha dado sentido a su vida, que no es otro que el amor.

3. Porque nunca se siente solo. Vive siempre el gozo de la comunión, tanto hacia dentro -íntima comunión divina- como hacia fuera -gozosa comunión con los hermanos-.

4. Porque ya no teme nada. Sabe que está en buenas manos, y se siente enteramente y constantemente protegido.

5. Porque asegura el cumplimiento de su esperanza y deseos. Sabe de quién se fía.

6. Porque se siente salvado. Posee ya las arras del Espíritu, «que a vida eterna sabe».

7. Porque convierte su trabajo en vocación.

8. Porque puede iluminar sus realidades oscuras, como el sufrimiento, la limitación y el fracaso. Todo lo relativiza, con gran sentido del humor.

9. Porque está seguro que nada, ni sus pecados, le apartarán de su Absoluto, de su Amor. Por eso, sabe reírse de sí mismo.

10. Porque, gracias a Cristo, incluso la muerte se le convierte en Pascua. Es por eso el hombre de la mayor esperanza.

-Por el amor

Todas las razones vienen a resumirse en una: el amor. Sólo el que se siente amado y el que ama, puede vivir la intensa y grande alegría. Adán, por ejemplo, no se entusiasmó con las maravillas del paraíso terrenal, ni con todos los bienes que poseía, hasta que no encontró a la mujer y nació en su corazón herido -por lo de la costilla- el amor. Entonces dio un grito, danzó de entusiasmo.

Cuando amamos a una persona, ella es la fuente de nuestro gozo. Cuando nos sentimos amados, una seguridad y satisfacción enormes nos invaden. El amor da ritmo y color a la vida.

Ahora volvemos al mensaje de Sofonías. ¿Por qué danza Dios? Porque "te ama", porque eres su novia, «El se goza y se complace en ti». Pero ¿cómo me puede amar Dios de esa manera? Yo comprendo que ame a la Iglesia, incluso que me ame a mí, pero compasivamente, que me ame como la madre al niño más débil y enfermo. Pero ¿cómo se puede enamorar Dios de mí?, ¿cómo me puede amar con pasión? Conoce Dios mi barro perfectamente: mis caídas, mis olvidos, mis cansancios, mis rutinas, mis traiciones. ¡Si hasta me avergüenzo yo de mí mismo!

Lo que pasa es que no conozco nada del amor, y menos aún del amor de Dios. El amor no busca motivos para amar. El amor de Dios siempre es gratuito. La belleza y la perfección nunca es la causa del amor de Dios, sino el efecto. Su amor nos crea, nos recrea, nos deleita y nos santifica.

1ª Conclusión. Si Dios te ama y se entusiasma contigo, tú también debes amarte y alegrarte en ti. No le ofendas a Dios con tu tristeza y tu falta de aceptación. Dios no sólo te acepta, sino que se maravilla contigo. No vas a tener tú mejor gusto que Dios.

2ª Conclusión. Tú debes mirar y amar a los hermanos de la misma manera que Dios te mira y te ama a ti. Debes compenetrarte con la mirada y con los sentimientos de Dios. Dios también ama al hermano con pasión e ilusión. Y que este amor no sea algo forzado, con cara de fastidio y perdonavidas. Debes amar a los demás, hasta el entusiasmo, si es que participas del amor de Dios.

3ª Conclusión. Amando al hermano, gozosa y gratuitamente, te conviertes en Dios para el hermano. En tu amor él verá presencia y manifestación del amor de Dios.

4ª Conclusión. La mejor manera de amar y agradar a Dios es amar al hermano con El. Si tu amas al hermano, redoblarás el entusiasmo de Dios. Dios quiere tanto al hermano, que lo ve como algo suyo.

5ª Conclusión. El amor más perfecto es cuando todos los hermanos se unen. Cuando Dios ve a sus hijos compenetrados y con un amor así de grande, el entusiasmo de Dios no tiene límites; en el cielo se inicia una danza sin fin.

CARITAS
UN DIOS PARA TU HERMANO
ADVIENTO Y NAVIDAD 1991.Págs. 55-59

Señor, Dios del Universo y Padre amoroso de todos, contempla favorablemente el esfuerzo de tu pueblo que trabaja duro para conseguir la preparación necesaria –en cuerpo y alma—para recibir a tu Hijo dignamente. Y acompáñanos en el júbilo de la Fiesta de Navidad.

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