De la Página de la Iglesia de Chile
“Jesús en la vida de Mónica fue vida y una luz para nosotros”, afirmó el Padre Luis Flores, sacerdote del Prado de la Diócesis de Chillán, en la Eucaristía de funeral celebrada el miércoles 18 de noviembre, en el Templo Parroquial de Pelarco.
En una emotiva y fraternal celebración eucarística, la Hermana Mónica Acevedo, Religiosa del Prado, fue despedida por la Comunidad de la Iglesia Diocesana, en la mañana del 18 de noviembre. La celebración fue presidida por el Padre Luis Felipe Egaña Baraona, Vicario Episcopal de Talca Rural, y concelebrada por sacerdotes diocesanos de la Comunidad del Prado. El Padre Luis Felipe Egaña entregó el mensaje de Monseñor Horacio Valenzuela, quien se encuentra en Asamblea Plenaria de Obispos en Punta de Tralca.
La Eucaristía fue motivada por una Religiosa del Prado, quien leyó un discurso del Consejo General de su Congregación.
En la homilía, el Padre Luis Flores, sacerdote del Prado de la Diócesis de Chillán, manifestó que cuando dos o más personas se reúnen para leer el Evangelio se produce un vínculo tan grande que podemos decir que llegan a ser familiares, es tan fuerte que podríamos decir que son hermanables. “Por eso no es extraño que, entre los cristianos y en la vida religiosa, las mujeres que se consagran al Señor se llamadas hermanas. ¡Ha muerto una hermana! de la Congregación de las Hermanas del Prado, servidora por muchos años en esta diócesis”.
Más adelante el sacerdote explicó que la pascua de la Hermana Mónica nos recuerda que también nosotros moriremos, pero que esto no es la última verdad. “También nosotros vamos a pasar por esto, y es la condición humana, somos frágiles, también moriremos. Y, sin embargo, esa no es la última verdad, siendo creaturas en Jesucristo, hemos sido hechos hijos de Dios; en Jesucristo hemos sido hermanados; en Jesucristo adquirimos una nueva condición, somos hijos de Dios y se nos dará una vida que no termina. Esto de llamarnos hermanos o hermanas, no es un privilegio de una u otra congregación, de uno u otro grupo, es un regalo para la humanidad de la Iglesia. El Señor quiere que en definitiva todos nos comportemos como hermanos unos de otros”.
Finalmente, el Padre Luis, aludiendo al texto del Evangelio, afirmó que la Hna. Mónica reconocía a Jesucristo en los más pobres y que para ella lo era todo, “hoy podemos decir que reconocerlo en los más pobres es el camino y lo es todo. Hoy queremos dar testimonio de que Jesús en la vida de Mónica fue vida y es una luz para nosotros. Hagamos un esfuerzo de cuidar lo que ella amó, de hacer crecer lo que ella cultivó, pero sobre todo de que Jesucristo siga siendo conocido, en todas partes, muy particularmente en aquellos que el Evangelio describe: forasteros, los enfermos, los encarcelados, los que pasan sed y hambre. Quien reconoce al Señor en ellos no ha perdido el camino. Que el Señor a todos nos consuele y que también nosotros podamos, cada día, reconocerlo”.
En el ofertorio se ofreció, junto al pan y al vino, un pesebre como signo de la humildad y entrega generosa de la Hna. Mónica en su vida.
Antes de la bendición final, se realizó el responso, para luego ser llevada por su Comunidad de Religiosas hasta las puertas del Templo, y ser trasladada a Santiago donde quedarán sus restos mortales.
Fuente: Comunicaciones Talca.
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