25 de septiembre de 2009

No era de los nuestros

homilia

XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

clip_image002En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús:

-Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.

Jesús respondió:

-No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.

El que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida que ir con las dos manos al abismo, al fuego que no se apaga.

Y si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida que ser echado con los dos pies al abismo.

Y si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios que ser echado al abismo con los dos ojos, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.

Mc 9,37-42. 44.46-47

 

“No era de los nuestros". Así rezaba el título de una conocida novela. "No es de los nuestros", es el origen de guetos, discriminaciones e intolerancias, de fascismos y de opresión. Es el signo de una absurda y destructora soberbia humana, por la que el hombre pretende ocupar el lugar de Dios y da por condenado a quien no se somete a sus pautas, no bebe de su espíritu o no se acomoda a su saber y entender. "No es de los nuestros" es un veneno mortífero, al que no somos inmunes los discípulos, dispuestos a impedir predicaciones y milagros que se hagan en el nombre de Jesús, por la contundente razón de que no surgen de nuestro grupo.

Moraleja: Que Jesús vino a congregar a los hijos de Dios que estaban dispersos, y los discípulos podemos estar dispersando a los hijos de Dios que la Fe congrega. Saberlo, ha de hacernos humildes: A menos que Jesucristo se haga presente en la Iglesia como piedra clave, nuestros valiosos criterios y nuestras estudiadas pastorales pueden impedir que muchos "pequeños" iluminen, salen y fermenten sus vidas con el Evangelio.

Moisés, el "amigo de Dios", lo tenía claro: ¿Quién soy yo para controlar y manipular el Espíritu? ¡Ojalá todo el pueblo recibiera el Espíritu del Señor y profetizara!. Aunque no sea de los nuestros. La clave es Jesús, y no un hombre sabio, carismático u organizador. Ha de quedar claro el nombre -la persona- de Jesús como referencia. La clave es Jesús, hasta el punto de que un vaso de agua dado a una persona porque es seguidora del Mesías, garantiza el favor de Dios. Hasta el punto de que, quien escandaliza a uno de los pequeños que creen en El, se pone en tal situación, que dice Jesús: "más le valdría ser arrojado al mar con una piedra de molino al cuello." Los "pequeños". He leído comentarios a esta palabra. ¿Quiénes son los "pequeños"? ¿En quién pensaba el evangelista redactor de este pasaje? Entre todas las interpretaciones que leo, me quedo, por el contexto, con la que se refiere a aquellos que comienzan a asomarse a la fe. No son cristianos maduros ni cristianos rutinarios; son necesitados de redención para quienes Jesucristo, normalmente a través de la Iglesia, comienza a ser una esperanza. Son personas ilusionadas con un Mesías que han creído detectar en la Iglesia, y que reviven tantas escenas negativas del Evangelio, cuando tienen la osadía de manifestar su sospecha de que en Jesús hay un Salvador.

Unas veces tropiezan con algún agnóstico que les dice: ¿Pero tú crees que de la Iglesia puede salir algo bueno? Estudia y verás que la historia de la Iglesia es una historia de opresiones. Otras veces tropiezan con presuntos seguidores de Jesús, fariseos escandalizados de que un pecador pueda acercarse a Jesucristo, hermanos mayores del pródigo o gemelos de aquel Simón que se ufanaba de conocer mejor que Jesús el corazón de la pecadora: -¡Si conocieran como yo de qué persona se trata...!

A veces el "pequeño" que se acerca a Jesucristo en la Iglesia, es víctima de una ingenuidad mayor. Iba para creyente, pero alguien puso un estorbo en su camino. El estorbo no es necesariamente el aparatoso pecado de un creyente o la voz disuasora de un agnóstico. Es la torpeza apostólica de una voz sabihonda que llega sibilina a sus oídos: -"No es de los nuestros". Y la esperanza de una vida nueva que había surgido en su corazón; ese inicio de fe que comenzaba a hacerle un "pequeño" discípulo de Jesús, queda absolutamente sofocada. Su destino puede ser el escepticismo más radical.

La tremenda invectiva de Santiago contra los acumuladores de riqueza, produce escalofríos en un mundo que valora "el tener" como primera o única fuente de salvación real. Ahí está, sin necesidad de muchas explicaciones, describiendo a algunas personas como cerdos de engorde que se preparan para la matanza.

Pero bueno será que, a la luz del Evangelio de hoy, y como reflexión de su lectura, acabemos pensando: -Si el dinero te hace olvidar a Jesucristo; si tu corazón y tu vida no necesitan de Dios más que para adorno religioso, porque estás abundantemente saciado, tira ese dinero; quémalo; dáselo a los pobres. Más te vale entrar desnudo en la vida que, forrado de oro, ser arrojado al abismo.

MIGUEL FLAMARIQUE VALERDI
ESCRUTAD LAS ESCRITURAS
REFLEXIONES SOBRE EL CICLO B
Desclee de Brouwer BILBAO 1990.Pág. 163

Oh Dios, que manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la misericordia; derrama incesantemente sobre nosotros tu gracia, para que, deseando lo que nos prometes, consigamos los bienes del cielo.

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