HOMILÍA
16° DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
En aquel tiempo los Apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. El les dijo:
-Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.
Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer.
Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado.
Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.
Mc 6,30-34
Ya en el tiempo pascual las lecturas de un domingo nos hablaban del Buena Pastor, con mayúsculas. Hoy se repite en parte el mismo tema, pero más bien se podría orientar la reflexión hacia el "buen pastor", con minúsculas: aquellos cristianos que, dentro de la comunidad eclesial, de un modo o de otro participan del servicio pastoral para con los demás, imitando y representando a Cristo Jesús.
El tema es parecido al del domingo pasado: entonces leíamos el envío de los doce, hoy su vuelta. Pero hay matices distintos. Y el domingo que viene leeremos la escena en la que desemboca la de hoy: la multiplicación de panes para la muchedumbre.
Los malos pastores
Hay veces en que es la gente la que murmura de la actuación de sus pastores. Pero hay otras en que el que protesta es el mismo Dios.
Las lecturas de hoy nos han puesto primero el contraste: Jeremías, de parte de Dios, se queja del modo de actuar de los pastores de su pueblo. Como en otras páginas proféticas (por eje. de Ezequiel) Dios denuncia que los falsos pastores se buscan y predican a sí mismos, que buscan su propio interés, y no el de las ovejas, descuidando su deber: "dispersasteis mis ovejas, no las guardasteis"...
Dios promete que suscitará a uno que sí cumplirá lo que se pide a un buen pastor (cfr. la primera lectura y el salmo). Nosotros vemos en Cristo la imagen perfecta de este Pastor. Pero también nos damos cuenta que el mismo Cristo ha suscitado y enviado a otros pastores, para los cuales va también el aviso de las tentaciones que les acechan.
La vuelta de los "aprendices de pastor"
La escena del evangelio de hoy es muy sencilla pero llena de matices humanos y significativos.
Los doce, de vuelta de su primer envío (de dos en dos) cuentan a Jesús lo que han hecho. No se nos dice si prevalecían los éxitos o los fracasos. Pero es interesante que revisen su primera experiencia de pastores junto a Cristo, y en grupo. El que tiene la tarea pastoral o se dedica al servicio de los demás necesita el reposo de la oración, de la contemplación junto a Cristo: reponer fuerzas, profundizar motivaciones, discernir sus actuaciones.
Y hay un gesto muy humano de Jesús: les invita a descansar, en la soledad. El también sabe lo que es la fatiga y busca a veces la soledad (en el monte, en el campo, o de noche). No es bueno el "stress", aunque sea espiritual. "No tenían tiempo ni para comer". Todos los que trabajan, también por el Reino, necesitan una cierta serenidad, y equilibrio mental y psíquico.
Otra cosa es que lo consiguieran. Fracasó este intento de retiro espiritual, porque la gente les siguió agobiando con su presencia.
Las cualidades de un buen pastor
De nuevo, hoy, las lecturas se prestan a un examen de conciencia que empieza precisamente por el que está predicando, porque el mensaje va para aquellos que Cristo ha puesto como pastores en su comunidad. Pero la lección va también para todos los que trabajan en equipo, con un grado mayor o menor de corresponsabilidad, para bien del pueblo de Dios o como testigos evangélicos.
No creo que sea violentar la organización de las lecturas el aprovechar, de la segunda de hoy, lo que Pablo afirma de Cristo y aplicarlo a todo aquél que quiere imitarle en su tarea pastoral: que ha de ser lazo de unión, tender puentes, y facilitar el diálogo. Ser persona de paz, de reconciliación. Precisamente porque estamos reconciliados por Cristo, y porque El ha roto murallas y divisiones, debemos saber favorecer la unidad en la comunidad. Los pastores malos "dispersan" (1. lectura). Los buenos reúnen, ayudan a superar las muchas divisiones (algunas por motivos bien tontos) que amenazan siempre a la comunidad eclesial, grande o pequeña.
Una cualidad esencial al buen pastor es su entrega total, su disponibilidad desinteresada. En contraste con los malos pastores que se buscan a sí mismos, aparecen hoy esos buenos "aprendices de pastor" que son todavía los apóstoles, totalmente entregados a su misión, sin tiempo ni para comer: dedican el tiempo a los demás. Y cuando se les ofrece tiempo para ellos mismos, en el descanso, saben renunciar a él, siguiendo el ejemplo de Jesús: siguen atendiendo a la gente, con calma, sin hacerse de rogar.
Tener tiempo para los demás es el colmo de una vocación pastoral en la Iglesia. Con lo que supone de renuncia a los propios planes y horarios. El buen pastor está al servicio de los demás.
Claro que en todo esto lo que intenta hacer un pastor es seguir el ejemplo de Cristo Jesús, que puede recomendar estas cosas porque las cumple a la perfección El mismo. En la introducción al Misal se le dice al que preside una Eucaristía que "debe servir a Dios y al pueblo... e insinuar a los fieles, en el mismo modo de comportarse y de anunciar las divinas palabras, la presencia viva de Cristo" (IGMR 60). Es un buen programa de actuación pastoral.
Todos somos un poco pastores al servicio de los demás
La aplicación de la homilía no sólo va para los pastores en cuanto ministros ordenados de la comunidad. Todos los cristianos, en mayor o menor grado, y cada uno en su ambiente, tenemos la responsabilidad de ayudar a los demás, con nuestro testimonio y con nuestra acción: unos padres que educan a sus hijos en la fe, un joven que da testimonio ante sus amigos, los que forman parte de los diversos grupos de animación de una parroquia (liturgia, atención a los enfermos, etc.): todos somos misioneros y apóstoles. Las cualidades que aquí aparecían como exigidas a los pastores, van para cada uno de nosotros. Incluyendo toda clase de autoridad (también social, económica o política) que podamos tener, y que debemos interpretar y vivir como servicio, y no como usufructo aprovechado.
El mundo de hoy sigue estando desorientado, "como ovejas sin pastor". Y Cristo quiere que todos los cristianos ayuden a esta humanidad a encontrar los caminos de verdad y felicidad, de paz y de verdadero progreso, que todos buscan, en medio de la maraña de ideologías, promesas, movimientos religiosos y mesianismos que nos interpelan.
J. ALDAZABAL
MISA DOMINICAL 1988, 15
Muéstrate propicio con tus hijos, Señor, y multiplica sobre ellos los dones de tu gracia, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveren fielmente en el cumplimiento de tu ley.
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