23 de enero de 2010

La Misión de Jesús

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III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Ilustre Teófilo:Jesus09

Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la Palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.

En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea, con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan.

Fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el Libro del Profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:

«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido.

Me ha enviado para dar la Buena noticia a los pobres,

para anunciar a los cautivos la libertad,

y a los ciegos, la vista.

Para dar libertad a los oprimidos;

para anunciar el año de gracia del Señor»

Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos

en él. Y él se puso a decirles:

-Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.

Lc 1,1-4; 4,14-21

Muchas veces pensamos que la misión de Jesús consiste en ilustrarnos sobre Dios y movernos a ser "hombres de Dios". Y eso es una verdad muy a medias. Jesús aparece como el "hombre del Reino de Dios". Es decir, su misión consiste en anunciar y comenzar a realizar el Reino, "un mundo nuevo, un nuevo estado de cosas, una nueva manera de ser, de vivir juntos" (PABLO VI, Encíclica Evangelii Nuntiandi, 23), en el que Dios se compromete. A Dios Padre lo podemos encontrar realizando con él una historia en que se haga justicia a los pobres, se reconozcan los hombres como hermanos y, por tanto, se ilumine la magnífica realidad de su ilusión de padre por los hijos.

Por eso, Jesús, al comienzo de su misión, elige el pasaje de Isaías en que se afirma que el Espíritu del Señor le ha empujado a dar una Buena Noticia a los pobres, libertad a los cautivos y oprimidos, vista a los ciegos y, en una palabra, esperanza a todos los hombres. Su misión nos remite al "hombre", no a Dios.

Aunque inmediatamente hay que añadir dos cosas: que es el Espíritu el que le mueve, y que es el Espíritu el único que puede llevar esta misión a plenitud, porque ante ella todo hombre fracasa, como lo mostrará la misma cruz de Jesús. Por ello esa tarea "humana" es a la vez el "Reino de Dios". Porque es a la medida de la fuerza de Dios. Y la Buena Nueva no es que "nosotros" nos comprometemos por un cambio en la historia de los hombres sino que al hacerlo descubrimos que Dios está más comprometido.

LOS ATEOS DEL EVANGELIO. La consecuencia es bien clara. Igual que, después de la revelación de Jesús, ya no nos sirve un concepto de Dios abstracto, como es el de los deístas, a base de acumular conceptos como "omnipotente", "eterno", "simplísimo" "inmóvil", etc., sino que tiene un rostro muy concreto descubierto en el evangelio, así también sabemos ahora quién es un "ateo". No es precisamente quien niega todas aquellas elucubraciones filosóficas, sino quien nunca es ocasión de buena noticia para los pobres, ni hace lo más mínimo por contribuir a la libertad de los hombres de las múltiples y sutiles cautividades en que se encuentran, ni se esfuerza en abrir ojos absolutamente ciegos por tantos motivos, ni entra en su preocupación y cuidado la aflicción de los enfermos o la soledad de los ancianos... Y radicalmente ateo, aunque defienda calurosamente las cinco vías hacia Dios de Santos Tomás, es quien sea ocasión de malas noticias para los pobres o contribuya a la falta de libertad o al sufrimiento injusto de los hombres.

LA IGLESIA DE HOY. No es extraño, en consecuencia, que hoy, que se han hecho más evidentes las injusticias culpables en el mundo, la Iglesia haya retomado con nuevo impulso la misión heredada de Jesucristo.

"Escuchando el clamor de quienes sufren violencia y se ven oprimidos por sistemas y mecanismos injustos; y escuchando también los interrogantes de un mundo que con su perversidad contradice el plan del creador, tenemos conciencia unánime de la vocación de la Iglesia a estar presente en el corazón del mundo predicando la buena nueva a los pobres, la liberación a los oprimidos y la alegría a los afligidos" (Sínodo de los obispos, 1971). Y que, por otra parte, comprenda que toda acción que se desarrolle en el mundo en favor de la justicia, la paz, la fraternidad, la verdad, aunque no nombre específicamente a Dios, no es ajena al dinamismo del evangelio. Desde el nacimiento por la paz y contra la carrera de armamentos hasta la búsqueda de un sistema de seguridad social más humano.

"La esperanza y el impulso que animan profundamente al mundo no son ajenos al dinamismo del evangelio, que por virtud del Espíritu Santo libera a los hombres del pecado personal y de sus consecuencias en la vida social" (Sínodo, 1971).

HOY SE CUMPLE. Jesús apenas pudo anunciar y realizar esta misión con un pequeño grupo de hombres. En el mundo había muchos más pobres, enfermos, ciegos, desesperados, débiles. Y, sin embargo, nos dice que esta Escritura "se cumple hoy". Lo mismo podemos decir los seguidores de Jesús cada vez que algún pobre reciba la más pequeña buena noticia, o un pecador el perdón, o un enfermo la curación o la asistencia digna, o se dé un pequeño paso en el avance de la libertad, de la justicia o de la paz. El hecho de que los hombres nunca alcancemos la utopía de la comunidad de los hermanos e hijos de Dios, no nos debe hacer olvidar esta maravillosa realidad: con nuestras pequeñas buenas noticias estamos cumpliendo hoy la Buena Noticia prometida y esperada. Pero, por otra parte, no podemos olvidar que el Reino, por más que se comience a cumplir ya aquí, es el Reino de Dios. Es gracia. Es salvación de Dios. El cristianismo es humanismo, pero no sólo un humanismo. Es confianza y esperanza que remite en último término a la fidelidad de Dios.

DABAR 1983, 12

Dios todopoderoso y eterno: ayúdanos a llevar una vida, según tu voluntad, para que podamos dar en abundancia frutos de buenas obras en nombre de tu hijo predilecto, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

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