Esta es mi acción de gracias hoy, Señor. La digo con las palabras de un gran poeta universal:
Fue tu voluntad hacerme infinito. Este frágil vaso mío tú lo derramas una y otra vez, y lo vuelves a llenar con nueva vida.
Tú has llevado por valles y colinas esta flautilla de caña, y has silbado en ella melodías eternamente nuevas.
Al contacto inmortal de tus manos, mi corazoncito se dilata sin fin en la alegría, y da vida a la expresión inefable.
Tu dádiva infinita sólo puedo recogerla con estas pobres manitos mías. Y pasan los siglos, y tú sigues derramando,
y siempre hay en ellas sitio que llenar.
Rabindranath Tagore
Ofrenda Lírica, 1
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