4 de junio de 2009

DictatorArt: Masacre de Tiananmen

De Circo Iberia

Con este artículo recordamos los 20 años de una masacre perpetrada por el régimen comunista de la China Popular, causada por la rebelión de miles de estudiantes en una plaza emblemática de la ciudad de Beijing (Pekín). Olvidar estos hechos sería borrar la historia reciente de nuestro mundo.

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El locutor de la BBC no había acabado la frase cuando la oscuridad se hizo en la pantalla del televisor de mi hotel. ‘Aniversario de Tianan…’. Pensé que se arreglaría dándole unos golpecitos al aparato, pero enseguida recordé dónde estaba y en qué fecha: Pekín, víspera del 20 aniversario de la masacre de Tiananmen. Casi puede uno imaginarse a los censores del Partido Comunista en su centro de operaciones, con los auriculares en la oreja y prestos para apretar el botón que corta la señal cada vez que a algún atrevido se le ocurre mencionar la palabra ‘Tianan…’.

Por supuesto, los chinos tampoco leerán sobre lo que ocurrió en la capital china el 3 de junio de 1989 en Internet o en los periódicos.

Fue el mayor movimiento por la democracia de la historia china, respondida con una de las acciones más brutales jamás cometidas por una dictadura contra su pueblo. Pero millones de chinos, gracias a la magia de la censura, ni siquiera saben que tuvo lugar. ’Algo he oído de que había gente en la calle y les dijeron que tenían que marcharse a casa’, dice Yau, estudiante de la Universidad de Pekín.

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No seré yo el que ponga en duda la efectividad de la censura local: he aquí un país donde la televisión estatal se olvida de cubrir acontecimientos de tan difícil acceso informativo para sus reporteros como el incendio de su propia sede; donde un ejército de 30.000 agentes se dedica a controlar qué leen sus ciudadanos en Internet y donde más de 2.000 periódicos salen a la calle a diario para contar que todo sigue yendo estupendo gracias a la inconmensurable generosidad y sacrificio de los camaradas del Partido. Los hay críticos con el Gobierno, pero están en la cárcel o de camino a ella.

Y así, dos décadas de manipulación en los libros de texto, documentos oficiales y medios de comunicación han logrado su propósito de ocultar a los chinos uno de los grandes crímenes de sus gobernantes o, al menos, manipular su realidad. Quienes algo saben de lo ocurrido han terminado por creer la versión de que se trató del alboroto de una panda de vándalos y que los tanques salvaron al país del desastre. Después de todo, ¿qué son unos pocos miles de muertos a cambio del bien colectivo? ¿No está justificado masacrar a inocentes para salvar a la población de esa gran amenaza que se cernía sobre la nación, también conocida como democracia? En lugar de dar explicaciones por su acción, los herederos del régimen parecen preguntarse por qué no se les muestra la gratitud suficiente.

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La magia de la censura es así: convierte a héroes en villanos y en patriotas a quienes ordenan disparar a estudiantes desarmados. El problema para Pekín es que, como toda magia, también ésta tiene sus límites, empezando por su caducidad. Los líderes chinos podrán ocultar lo ocurrido en Tiananmen este año, el próximo y quizá otros cinco más. Pero tarde o temprano llegara el día en que el pueblo chino sea lo suficientemente libre como para preguntar por la verdad o escucharla sin que se corte la señal de la televisión. Mientras llega ese momento, algunos han decidido contar esa verdad aunque sea desde la tumba.

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El secretario general del Partido Comunista hasta la masacre, Zhao Ziyang, ha respondido en su libro póstumo a la falacia de que el pueblo chino debe su espectacular desarrollo de los últimos años al régimen que masacró a los estudiantes. “[El Partido Comunista] alega que ha sacado de la pobreza a millones de personas, pero en verdad han salido de la pobreza ellos solos, gracias a su durísimo esfuerzo y trabajo que, en el proceso, ha catapultado a la elite a unos niveles de opulencia y poder económico sin precedentes”, escribe Zhao, que pasó los últimos 16 años de su vida bajo arresto por oponerse a la represión.

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